UN ARTISTA A REIVINDICAR

El tiempo suspendido de Torné Esquius

El MNAC recupera la figura del ilustrador y pintor de inquietantes interiores, cuyo inclasificable estilo lo ha relegado al olvido

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NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Fue un pintor valorado en su tiempo, con exposiciones anuales en las principales galerías de Barcelona y buenas ventas. Fue también un popular ilustrador de revistas y cuentos infantiles. Y de libros, como 'Les Tenebroses' de Rafael Nogueras Oller y 'Verger de las galanies' de Josep Carner. Colaboró con las 'Cançons d’infants' de Narcisa Freixas. Y fue amigo de Joan Maragall, además de glosado por Eugeni d’Ors. Pero pese a todo eso, hoy nadie recuerda su nombre ni consta en el canon del arte catalán. Es Pere Torné Esquius (Barcelona, 1879-Flavacourt, Francia, 1936), el protagonista de la actual exposición del MNAC: 'Poética cotidiana' (del 7 de abril al 9 de julio).

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Una muestra que tiene como objetivo "encontrar el lugar justo que se merece este artista olvidado", sostiene el director del centro, Pepe Serra. Y que nació con la inauguración del nuevo formato de la colección de arte moderno del Palau Nacional, en el 2014. Entonces se incluyeron en la exposición permanente cuatro de los cinco óleos del autor que conserva el museo. Fue un éxito. Todo el mundo preguntaba quién era ese artista. No en vano sus interiores (era conocido como 'el pintor de interiores') tienen mucho de inquietante y de atrayente. Y su pintura mucho de singular y genuina. De ahí, el motivo de tanto olvido. "Era el verso más libre dentro del continuum del arte catalán", afirma Eduard Vallès, conservador del MNAC y comisario de la muestra junto con Elena Llorens. "Se formó en el modernismo, y de de alguna manera fue adoptado por el noucentisme pero su evolución fue muy singular" con un estilo muy personal, con aires naíf y colores muy vivos pero a la vez mortecinos.

PIEZAS INÉDITAS

El noucentisme se lo hizo suyo cuando publicó 'Els dolços indrets de Catalunya' (1910), pieza que presentaba, a partir de 39 ilustraciones, un inventario del patrimonio paisajístico y arquitectónico catalán. Álbum que Eugeni d’Ors incluyó en el 'Almanach dels noucenitstes' (1911) y así la publicación pasó a servir a los intereses ideológicos del noucentisme y el nombre de Torné Esquius ingresó en la ortodoxia del movimiento. La paradoja de todo ello es que la investigación realizada para celebrar la exposición ha descubierto que los dibujos se hicieron en 1906, en pleno modernismo y mucho antes de que D’Ors acuñara el término. No es lo único que desvela la muestra, que presenta por primera vez 15 de los originales del libro que se creían desaparecidos.

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La exhaustiva búsqueda -desde su muerte en 1935 nadie se había preocupado por el autor- ha inventariado 300 obras, muchas de ellas inéditas y todas en colecciones privadas. De manera que la muestra, la primera en un museo público desde su muerte, hubiera sido "imposible de celebrar sin descolgar los 'torné esquius' de los comedores de muchas casas", comenta Serra. La exposición exhibe 85 de estas piezas, dibujos y óleos, que representan la doble cara creativa del autor. Una doble cara que ejercía entre Francia, marchó a París en 1905, y Barcelona. Aquí era pintor y exponía cada año; allí creaba y era conocido como ilustrador. La museografía mantiene ese desdoblamiento, con las paredes de la izquierda reservadas para el papel y las de la derecha, para los óleos, con una línea continua para los interiores, género que cultivó toda la vida.

CANARIOS MUERTOS

Espacios aparentemente ordenados, en los que de golpe aparecen elementos disruptivos, perturbadores: un canario muerto en una jaula, unas flores en el suelo, una carta a medio escribir, cristales rotos... Son como escenas de un crimen pero sin el cadáver ni la sangre. Porque si otra cosa caracteriza la pintura de Torné Esquius es que nunca pintaba figuras, solo las evocaba. "Son instantes suspendidos en el tiempo, no hay humanos pero por las escenas sabemos que ha habido vida en los instantes previos", reflexiona Vallès. O muerte. En 'La habitación triste' (1913), por ejemplo, una obra que perteneció a Lluís Plandiura, todo remite a un velatorio recién acabado: los candelabros, el toque a muertos de la campana, las flores en el suelo... Pero está vacía. "Esta presencia humana vía evocación hace muy potente la obra de Torné Esquius", concluye Vallès.