CRÓNICA

Un 'Rigoletto' de altos vuelos

La hondura dramática de Carlos Álvarez y el triunfal debut de Javier Camarena como Duque de Mantua impactan al Liceu

Una escena del 'Rigoletto' de Carlos Álvarez, en el Liceu.

Una escena del 'Rigoletto' de Carlos Álvarez, en el Liceu. / periodico

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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Dos grandes voces y un destino: dar vuelo a una lectura de ‘Rigoletto’ que intenta llegar al fondo de las verdaderas motivaciones de los personajes de la ópera de VerdiCarlos Álvarez, en una espectacular demostración de recursos dramáticos y vocales para dar vida al bufón, y Javier Camarena, que brilló en su debut como Duque de Mantua, fueron los grandes triunfadores del estreno en el Liceu del minimalista montaje de Monique Wagemakers con excelente dirección musical de Riccardo FrizzaDésirée Rancatore (Gilda) fue el entregado pero desigual tercer elemento de este triángulo de pasiones, engaños, opresivo amor filial y venganza.

El público, que  aplaudió a los dos artistas durante varios pasajes de la obra y al final, hizo extensiva esta buena acogida a los restantes miembros del reparto, en el que destacó el imponente bajo Ante Jerkunika encarnando al sicario Sparafucile. Fueron igualmente aclamados el coro, tanto por su nivel en el canto como por sus ágiles movimientos dentro de las geométricas coreografías del montaje. La orquesta acabó poniéndose en pie para recibir las felicitaciones de la sala.

Una plataforma hidráulica rectangular con el añadido de una escalera que da mucho juego, bastan para situar el drama en un bellísimo espacio atemporal. El vestuario de la oscarizada Sandy Powell, dominado por tonos púrpura de aire cardenalicio, ayuda a potenciar la atmósfera de una producción en la que la mirada de mujer de Wagemakers saca a la luz  las consecuencias del abuso del poder en la sociedad machista de la época, situando en primer plano la violencia de género.

VENGANZA DEL BUFÓN

La historia de la venganza del bufón deforme, aquí sin joroba, cuando sabe que su hija ha sido violada por el duque y raptada por los cortesanos enemigos, circula con una fluidez extraordinaria gracias en buena parte al trabajo de Carlos Álvarez. El barítono compone un Rigoletto de gran hondura dramática que retrata el carácter de padre posesivo, celoso, incestuoso y maltratador que dibuja esta  versión. La furia se desata cuando su hija le cuenta lo que le ha sucedido. Después de la muerte de su esposa, ella es el único tesoro que le queda y no quiere compartirlo con nadie. La interpretación sube muchos enteros cuando, en la tragedia final, se da cuenta del viaje sin retorno al que lo ha llevado su obsesiva ‘vendetta’. 

Álvarez es un torbellino que rueda por el suelo, se levanta, se mueve y expresa con un canto siempre medido la agitación que bulle en su interior. Ovacionado en el aria ‘Cortigiana, vil razza dannata’ y en otros momentos como el de la bella página del cuarteto ‘Bella figlia dell’amore’, junto a sus compañeros, se mantuvo pletórico hasta el final.

DUQUE DE GRAN FUTURO

Rancatore tuvo  buenos momentos vocales, pero le faltó intensidad dramática para acabar de dar el tono que requiere su personaje. Camarena, en cambio, denotó sentirse seguro del paso que ha dado en su salto de estrella del 'bel canto' a este rol verdiano. La belleza de su timbre inmaculado resplandeció desde el aria ‘Questa o quella’, toda una declaración de principios de su depravado personaje, hasta llegar a la rutilante ‘La donna é mobile’ interpretada con fidelidad al estilo y sin forzar la máquina de los agudos. Como intérprete sacó a pasear los tics de personaje embaucador en su relación con Gilda o de dominante depredador junto a Maddalena (Ketevan Kemoklidze) y, en suma, demostró que estamos ante un Duque de Mantua de gran futuro.