CRÍTICA DE CINE

'Incerta glòria': la estrategia de la araña

Agustí Villaronga se siente cómodo en este espacio, entre estos personajes, en los límites de la razón infectada por la violencia

QUIM CASAS

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Es evidente que 'Incerta glòria' está más cerca de 'Pa negre' en la trayectoria del realizador Agustí Villaronga que de 'Tras el cristal' o 'El niño de la luna'. 'Pa negre', según la novela de Emili Teixidor, estaba ambientada en los primeros años de la posguerra y reinventaba a su modo el drama rural. La acción de 'Incerta glòria', a partir de la obra homónima de Joan Sales publicada originalmente en 1956, acontece en 1937 en el frente estratégico de Aragón, del que se dice en el relato que Franco lo mantiene en vilo para que la guerra dure más tiempo.

Pero pese a la diferencia temporal, el tono que emplea Villaronga es similar al de 'Pa negre', por lo que la guerra tiene un papel más secundario pese a ambientarse la historia en plena contienda civil: la guerra, los bombardeos en Barcelona y en la zona aragonesa, las trincheras y la rivalidad entre bandos se convierten en algo así como en conmutador que pone en marcha todo lo demás.

Y eso es un reguero de sentimientos encontrados, hostilidades afectivas, impulsos sexuales devastadores, delirios, odios y rencillas, la semilla del mal en estado puro cuando la barbarie se impone aunque sea en la retaguardia.

Villaronga se siente cómodo en este espacio, entre estos personajes, en los límites de la razón infectada por la violencia. En 'Incerta glòria' hay elementos morales y escénicos que nos hacen pensar antes en un filme de terror que en un drama rural: la imagen del personaje de Núria Prims -quien despliega su arsenal de ardides para engatusar, seducir y obtener el reconocimiento patrimonial, aunque no deja de ser una superviviente que lucha por lo que considera suyo-, ataviada de negro en lo alto de la muralla del castillo, como en una película gótica de Mario Bava o de Terence Fisher; los cuerpos momificados en la iglesia; las decisiones finales que deben tomar todos los personajes impregnados de esa infección moral que tan bien ha sabido describir Villaronga en sus filmes.

NÚRIA PRIMS, TAN CREÍBLE

Se parece a 'Pa negre', cierto, pero en algunos momentos no está tan lejos de otras de sus mejores obras, caso de 'El mar', también ambientada en tiempos de posguerra, aunque en un sanatorio para tuberculosos; o su debut, 'Tras el cristal', que narraba una relación sádica de necesidad y odio ligada también a la guerra, en este caso los estragos morales y físicos de la segunda contienda mundial y los experimentos nazis.

Villaronga emplea bien los decorados para transmitir ideas: es un filme de trincheras angostas y castillos sin mobiliario, casi lampedusianos. Dirige espléndidamente a su reparto, en especial la recuperada para el cine Núria Prims, tan creíble en ese papel perverso pero a la vez comprensible, tan lejano y tan cercano al mismo tiempo, una mujer araña que teje con paciencia su hilo estratégico y atrapa a todo aquel que puede servirla para progresar. Incluso esa extraña pareja que conforman los veteranos Terele Pávez y Fernando Esteso, perfectos como molineros sin techo ni comida, otros dos peones en una partida en la que, como transmiten las imágenes finales, no hay ni un solo vencedor si no, tan solo, vencidos.