J. A. Bayona: un niño grande

Es el gran favorito para los Goya gracias a las 12 nominaciones que ha conseguido 'Un monstruo viene a verme', con la que  el realizador ha sentado en el cine a 4,6 millones de espectadores. Se codea con los grandes de Hollywood, incluido su ídolo Spielberg, pero Bayona quiere seguir siendo Jota, el mismo que trabajó para Camela. 

Un niño grande_MEDIA_1

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OLGA PEREDA

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Juanan pasó a ser Jota en la ESCAC, escuela de cine y cantera inagotable de talentos. Jota ya no es Jota. Ni Jotilla. Es Bayona, el director que se come el mundo. El cineasta que no quiso coger el teléfono a Martin Scorsese porque no quería hacer lo que le iba a pedir. El cineasta que también le dijo no a Brad Pitt para realizar la secuela de 'Guerra Mundial Z' (y quedaron tan amigos). El cineasta que ahora mismo está trabajando con el que es, en su opinión, el mejor director de cine de la historia: Steven Spielberg.

Tras su penúltimo encuentro con los periodistas, en el festival de San Sebastián durante la promoción de 'Un monstruo viene a verme', J. A. Bayona se quedó algo preocupado. Le dio la impresión de que los reporteros le trataban con excesiva seriedad. Donde él vio seriedad, los demás vieron respeto. Jota ya no es Jota. Es Bayona. Y juega en otra liga. También en casa, donde es el favorito de cara a los Goya gracias a las 12 nominaciones del monstruo con el que cierra su taquillera y accidental trilogía sobre las relaciones madre-hijo tras 'El orfanato' y 'Lo imposible'.

Para J. A. Bayona (Barcelona, 1975) su madre es una heroína. También su padre. «Son mis héroes porque entendieron que en la formación de sus hijos estaba su futuro». Su hermano gemelo es 'DJ' y productor musical. Una de sus hermanas es psicóloga y la otra, escritora. Una familia muy creativa de padres sin recursos. Emigrante andaluz en Catalunya, el padre siempre quiso ser artista. Y se dedicó a pintar, sí. Pero edificios. Se sacó un curso de pintura por fascículos y dibujó algunos carteles de cine en los años 80, pero sus ingresos venían de su oficio: la construcción.

PREMIO NACIONAL DE CINE

A su padre y a su madre dedicó Bayona (muy emocionado) el Premio Nacional de Cine que el ministro José Ignacio Wert le entregó en 2013. Delante del entonces titular de Cultura, el realizador se puso reivindicativo y dejó claro que sin educación ni cultura ningún pueblo va a ninguna parte. «En España tenemos talento para ser los mejores del mundo. El Estado debería aprovechar esa mina de oro». Y no lo hace, vino a decir.

Los que mejor le conocen dicen que Bayona no ha cambiado. Que sigue siendo Juanan, Jota, Jotilla. El tipo bregado en publicidad que hizo un videoclip con Camela. De hecho, sigue haciendo anuncios. En 2013 realizó un spot para la marca de limpieza KH 7 donde mezcló la ciencia ficción con algo tan español como Chus Lampreave. Al barcelonés le costó mucho convencer a la actriz (fallecida el pasado abril). Al primer «no» de Lampreave, Bayona le envió un ramo de flores. Al quinto, la auténtica musa de Pedro Almodóvar le dijo «sí». A Bayona le gusta mandar flores. El día de Sant Jordi felicita a sus más estrechas colaboradoras con una rosa.

AFICIÓN AL DIBUJO

Hay mucho de Bayona en Connor, el niño de 'Un monstruo viene a verme' (interpretado con extrema profesionalidad por Patrick MacDougall). El chaval de la película sufre acoso escolar y ve cómo su madre se está muriendo de cáncer. Con su abuela no se entiende del todo y su padre (la pareja está separada) le quiere pero no tanto como para llevárselo a vivir con él. Bayona -que conste- tuvo una infancia de lo más normal, incluido el subidón que le produjo ver volar a Superman en el cine Urgell. Pero en lo que sí se parece a Connor es en su afición por el dibujo. La fantasía y los sueños son lo único que nos puede salvar de la realidad. Connor dibuja. Y el niño Bayona -fascinado con el lado gore de los cuadros de Goya- también lo hacía.

Basado en una novela en la que Patrick Ness rinde homenaje al arte de contar historias, Un monstruo viene a verme habla del difícil tránsito de la infancia a la madurez. «Cumplir años es envejecer, crecer es otra cosa. Es darse cuenta de que la vida no es lo que te esperas. No es justa, ni predecible, ni controlable. Es comprobar que a veces se gana y se pierde al mismo tiempo. Crecer es aceptar la incertidumbre», asegura el realizador en el prólogo del libro, editado por Nube de tinta.

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«Crecer da miedo. Mucho miedo». Bayona lo ha hecho. Aunque, según su amigo Juanjo Sáez, sigue teniendo el alma de aquel niño del extrarradio de Barcelona que tenía la profunda necesidad de que le comprendieran y le quisieran. Jota es ahora, según su amigo Sáez, un tipo que consigue todo lo que quiere. «Un fuera de serie, una persona que piensa a lo grande». Es un inmenso cineasta que se emociona cuando ve entrar en el plató de Buenafuente a Chicho Ibáñez Serrador, veterano director al que tanto Bayona como Alejandro Amenábar y Paco Plaza le deben tantas cosas.

LAS LÁGRIMAS

El futuro director de la nueva entrega de 'Jurassic World' sigue teniendo oficina y casa en Barcelona. No le apetece trasladarse definitivamente a Los Ángeles.Tampoco le apetece acudir al psicólogo porque no quiere que le diga qué le pasa. Porque no quiere dejar de hacer películas como 'Un monstruo viene a verme'. Y eso que no todas las voces han sido positivas. Empeñado en que le quieran, Bayona no consigue tener el afecto de quienes le acusan de manipular al espectador para buscar sus lágrimas a toda costa. Él resta importancia al llanto, una actividad terapéutica. «Yo lo hago con 'Masterchef'». Y con los canelones de la tía Pepa