NOVEDAD EN CATALÁN

De la libertad sexual al III Reich

'Tú no eres como otras madres', donde Angelika Schrobsdorff rememora las memorias familiares, se postula como uno de los libros del año

La escritora Angelika Schrobsdorff, de niña, con su madre, cuya historia cuenta en 'Tú no eres como otras madres'.

La escritora Angelika Schrobsdorff, de niña, con su madre, cuya historia cuenta en 'Tú no eres como otras madres'. / periodico

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Else, nacida en 1893, es una niña bien de una familia judía de la burguesía alemana. Liberó su espíritu libre y frívolo en el feliz Berlín de los años 20 hasta la llegada del III Reich y cumplió sus promesas de juventud: “vivir la vida con la máxima intensidad y tener un hijo con cada hombre al que amase”. Y parió tres, de tres padres distintos. Uno de ellos, la pequeña, fue la escritora alemana Angelika Schrobsdorff, fallecida el pasado julio a los 88 años, que estuvo casada con Claude Lanzmann -autor del magna película documental 'Shoah'- y que era prácticamente una desconocida en España hasta que en marzo se publicó en castellano su libro 'Tú no eres como otras madres'. En él narraba la historia autobiográfica, según sus propias palabras, de aquella “mujer maravillosa con un hambre de vivir increíble, que siempre hacía las cosas como ella quería, a su manera”. Coeditado por las pequeñas editoriales independientes Errata Naturae y Periférica (que han vendido más de 20.000 ejemplares), bendecido por la crítica y el boca oreja de los lectores y ahora recién traducido al catalán por La Campana (encaramado ya entre los más vendidos, en solo dos semanas ya lleva una segunda edición), en Alemania suma ya medio millón de ejemplares desde que la autora lo escribió, en 1992, a los 65 años. Se postula como uno de los libros del año.

“Mi madre era tan complicada como un rompecabezas de mil piezas, y yo tuve que reunir todos los fragmentos y encajarlos”, comentaba Schrobsdorff sobre una mujer que en los felices 20 se alejó de cualquier convencionalismo y, liberada de prejuicios, rechazó a un aburrido y anodino prometido judío, socio de su padre, y se casó en secreto con Fritz, un bohemio poeta alemán, con el que tuvo su primer hijo. Aquellos años vivió casi en la miseria pues sus padres le retiraron por ello todo apoyo aunque con el tiempo volvieran a acogerla bajo su paraguas económico. 

IGNORANCIA Y DESPREOCUPACIÓN

Sin embargo, Fritz le fue infiel y ella puso sus normas. Seguirían juntos, pero la relación se basaría a partir de entonces en la libertad sexual mutua. Fiestas y juergas, diversos amantes, viajes, una existencia disoluta y despreocupada... hasta la llegada de Hitler. En el libro, Premio de los Libreros de Madrid al mejor del año, Schrobsdorff muestra cómo su madre y muchos de los que la rodeaban ignoraron el acoso del nazismo, no quisieron ver el Holocausto que se avecina y continuaron viviendo en su burbuja. Incluso, tras la Noche de los cristales rotos, a uno de los personajes, la familia le califica de insensato e irresponsable por querer abandonar Alemania. Else y sus hijos se salvaron de milagro, no así otros miembros de la familia, que acabaron en campos como Terezin, pero porque burlar el régimen y esconderse en Bulgaria.  

Desde la distancia que dan los años, Schrobsdorff recordaba lo unida que estaba a su madre, que murió en 1949. “Siempre iba enganchada a ella, nos llamaban las siamesas porque no iba a ninguna parte sin mí. Siempre me llevaba cogida a la falda, a la mano, al cuello...”. Pero no la juzgaba, admitía que no era perfecta y que más que por la razón se dejaba llevar por sus impulsos y emociones.

“En aquel mundo nazi mis padres hicieron de todo, todo tipo de tonterías para mantenerme alejada de lo que pasaba. Creían que era lo mejor para mí y yo no les guardo ningún rencor. Entiendo que lo hicieran. Ellos también estaban muy transtornados y no querían que aquella niña tan sensible supiese todo lo que estaba pasando en aquel momento”, confesaba en una entrevista reciente antes de morir. Y, tras un suspiro, concluía: “Me aislaron de todo”.