CRÍTICA DE CINE

'Animales nocturnos': maniquís en movimiento

La segunda película del modisto Tom Ford funciona como una colección de poses dotadas la hondura emocional de un anuncio de Gucci

NANDO SALVÀ

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Mientras oscila entre la superficial industria del arte moderno de Los Ángeles y un novelesco universo criminal plagado de violaciones y asesinatos y venganza, 'Animales nocturnos', la segunda película del modisto Tom FordTom Ford, funciona como una colección de poses dotadas la hondura emocional de un anuncio de Gucci. Cada plano, incluso los más escabrosos, está emborrachado de esteticismo, pero en el mejor de los casos no queda claro qué trata Ford de decir acerca del proceso creativo o la masculinidad o quién sabe qué. En el peor, 'Animales nocturnos' se revela como producto típico del pretencioso mundo que cree criticar.

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