TEATRO

Un emotivo y esclarecedor documento

Temporada Alta aclama 'In memoriam. La quinta del biberó', de Lluis Pasqual, homenaje a una generación masacrada

Un momento del montaje 'In memoriam. La quinta del biberó', de Lluís Pasqual.

Un momento del montaje 'In memoriam. La quinta del biberó', de Lluís Pasqual. / periodico

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / GIRONA

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En los 25 años de historia del Temporada Alta nunca se había vivido una sacudida emocional como la de la noche del viernes. 'In memoriam. La quinta del biberó'’, montaje inaugural con texto y dirección de Lluís Pasqual e interpretado por La Kompanya Lliure,Lluís Pasqual provocó una conmoción en el Municipal de Girona. El relato, urdido a partir del testimonios de nonagenarios supervivientes de aquella leva de imberbes soldados de 17 años reclutados ilegalmente para acabar siendo masacrados en la batalla del Ebro, fue calando como lluvia fina en el sentimiento del público. Al final, y todavía con lágrimas en los ojos, los espectadores se pusieron de pie como un resorte para aclamar a quienes habían conseguido trasladarles las consecuencias de la terrible injusticia cometida con una  generación obligada a ser sacrificada como inútil carne de cañón.

De las muchas muestras de episodios de la Guerra Civil que el cine y el teatro han ofrecido en las últimas décadas, pocas han conseguido transmitir de forma tan documentada la veracidad de los acontecimientos. Cualquier persona mediamente informada sabe lo que aconteció en esta decisiva batalla, pero la mayor virtud de este espectáculo, además de la de rendir homenaje a la memoria de esta quinta, es que ayuda a la comprensión de lo ocurrido. La dramatización incide en las fases del reclutamiento ordenada el 27 de abril de 1938, la convivencia de los jóvenes soldados antes y después de cruzar el Ebro y en el campo de batalla, la fase de obligada resistencia y lo que sucede tras la retirada.

MÚSICA E IMÁGENES

Piezas musicales de Purcell y Monteverdi ('Il combattimento…') y los himnos y canciones de guerra interpretados por un grupo de músicos dirigidos por Dani Espasa y la voz de Robert González y de los propios actores, además de la producción histórico-videográfica de Franc Aleu, ayudan a crear la atmósfera de relato. Imágenes de la época, entre ellas las que aluden a la carga propagandística de ambos lados de la contienda con intervenciones de Negrín, Franco, Líster o Tarradellas, y otras paisajísticas que sirven de fondo para las escenas, crean un entorno suficiente como para arropar la producción.

Con todos estos ingredientes y la impecable aportación de los actores Joan Amargós, Enric Acquer, Quim Ávila, Eduardo Lloveras, Lluís Marqués y Joan Solé, el montaje levanta el vuelo desde el primer momento en el que los personajes muestran como fueron reclutados, la mayoría contra su voluntad. Conmueve el relato del clima de opresión a que fueron sometidos por sus oficiales y los manipuladores y cobardes comisarios. "Fusilaban por nada. Era su manera de mantener la disciplina", cuenta uno de los implicados. Son soldados mal equipados, a los que les dan solo unas alpargatas, armas casi en desuso y rancho escaso o inexistente.

Hambre, sed, frío y miedo, mucho miedo. "Este es el gran tema, pero no se habla de él, como tampoco de la muerte". Y una alusión al azar: "Ninguno sabe lo que hacemos aquí, pero vamos tirando de la lotería". Mientras Negrín clama: "Resistir es vencer". ¿Resistir para qué?, se preguntan ellos conscientes de la inutilidad de la defensa de un territorio que todos saben que "está perdido de antemano".

Hay momentos de humor que recuerdan al filme 'La vaquilla', como los del intercambio de alimentos por papel de fumar con el enemigo. O cuando los franquistas intentan humillarles diciendo que ellos "sí comen caliente". No falta el pasaje en el que uno de los adolescentes mata a un soldado enemigo  y se arrepiente de haberlo hecho, en una muestra más de lo absurdo e inútil de su participación en el conflicto.

No se oye ni una mosca en el teatro cuando se llega al dramático final, con monólogos que te dejan clavado en la butaca y testimonios de los que se han salvado para acabar en cárceles franquistas o en campos de concentración. Cuando uno de los supervivientes pide un minuto de silencio por la memoria de "los desaparecidos en combate", el público unánime se levanta para respetarlo. Y un réquiem culmina este esclarecedor y emotivo espectáculo.