Malú, la voz excitada

La cantante madrileña exhibió épica pop y poder pulmonar en la presentación de 'Caos' en el Palau Sant Jordi

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Cuando era pequeña, Malú admiraba a Mariah Carey y Celine Dion, y con los años se ha convertido en lo más parecido a ellas a que pueda aspirar una cantante española: una diva pop de multitudes, súper-mujer de estrofa vehemente y canto espectacular, a escala de recintos como el Palau Sant Jordi. No estamos en el reino de la sutileza, sino en un territorio de emociones suministradas a peso, donde un concierto es “un grandísimo reto”, la meta es “compartir un sueño” y hay que ir a por todas para “comernos el mundo”.

Mensajes grandiosos y narrativa de ‘talent show’ en una noche de volumen sonoro desbocado, atentando contra los tímpanos, a juego con la actitud de María Lucía Sánchez, una cantante que, pudiendo hacer lo que le apetezca con su voz, a la hora de elegir qué registro de la gama usa a cada momento se decanta siempre por el que menos espacio deja a la imaginación. En sus últimos discos ha dado con el canon que más le permite deslumbrar, un pop sobreproducido y épico, y una ‘power ballad’ para echar el resto. Lejos de las insinuaciones aflamencadas de sus inicios.

MUJER FUERTE

Ese material moderno constituyó el grueso del repertorio, consumido a placer por un público con predominio de chicas que quizá vean en ella a un modelo de mujer fuerte, dueña de su destino, sexi, apasionada y triunfal. Canciones, siete de ellas, de su última obra, ‘Caos’, peliculeras como ‘Cenizas’ y libidinosas como ‘Nos sobró la ropa’, que cantó entre llamaradas muy metafóricas y manejando unos timbales evocando el tam-tam tribal.

Miró hacia atrás en ‘Te conozco desde siempre’, ‘No voy a cambiar’ y ‘Vuelvo a verte’, aunque muchas de sus canciones antiguas las agrupó en ‘medleys’, a la manera de Alejandro Sanz, y abrió una cuña acústica (su hermano, José de Lucía, corría a cargo de una de las guitarras), con ‘Ni un segundo’ para “crear pequeños momentos íntimos”, afirmación audaz cuando tienes enfrente a una audiencia de 15.800 personas, según la organización.

Malú es de esa clase de intérpretes para quienes su canto es más importante que la canción, y así la vieja ‘Aprendiz’, de Alejandro Sanz, quedó a expensas de su sentido de la exhibición, con ‘gags’ de estadio como ese parón en seco tras el estribillo para dejar oír aplausos y griterío. El culto a una idea del éxito en su expresión más invasiva, sobreexcitada, con una Malú que abordó los bises luciendo un traje a lo Xena, princesa guerrera, mientras repetía el lema de la noche, quizá de su vida: “Esto lo hacemos solo para vosotros”.