La tercera búsqueda de Lorca

Un grupo de investigadores desmonta la tesis de Gibson y ubica la fosa del poeta en un antiguo campo de instrucción de la Falange

Técnicos inspeccionando el terreno donde se supone podría estar la fosa de García Lorca, el pasado noviembre.

Técnicos inspeccionando el terreno donde se supone podría estar la fosa de García Lorca, el pasado noviembre. / periodico

JULIA CAMACHO / SEVILLA

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Los frondosos árboles que cobijan el Peñón del Colorado, un paraje a medio camino entre los pueblos granadinos de Alfacar y Viznar, están ya acostumbrados al trasiego y al movimiento de tierras. Ellos serán los testigos, si se logra el permiso de la Junta de Andalucía, de la nueva búsqueda, la tercera, de los restos de Federico García Lorca y sus compañeros de infortunio aquella aciaga noche de agosto de 1936. Más bien se trata de la continuación de unos trabajos que el equipo internacional liderado por el historiador Miguel Caballero y el arqueólogo Javier Navarro, con apoyo de investigadores de Argentina y Reino Unido, emprendieron en el otoño del 2014 y que quedaron suspendidos al tener que incorporarse la máquina excavadora que les cedieron a la retirada de nieve en las carreteras.

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El paraje se encuentra a 400 metros del parque Garcia Lorca, el lugar marcado en sus investigaciones por Ian Gibson y que ya en el 2009 fue objeto de una exhaustiva prospección que terminó en nada. La culpa de ese fallo, según Caballero, radica en que las tesis defendidas por Gibson se basan fundamentalmente en el testimonio de Manuel Castilla, 'Manolo el Comunista', que aseguró al hispanista haber participado en el entierro del poeta. Una versión que, dice este historiador, sus documentos contradicen porque llegó semanas después e incluso llegó a reconocer que hablaba de oídas y no participó directamente en dar sepultura a Lorca.

EL MANDO MILITAR DE GRANADA

Caballero ha preferido basar sus investigaciones en las referencias dadas por el periodista Eduardo Molina Fajardo, miembro de la Falange que en los años 60 recopiló testimonios de hasta 48 personas relacionadas con la detención o el fusilamiento del poeta. El propio mando militar en Granada en esas fechas, el capitán José María Nestares, le entregó en 1969 un croquis con el lugar exacto del enterramiento, y años más tarde un hijo del militar, ahora general, acudió a ese emplazamiento junto con dos guardias de asalto que dijeron haber sido testigos del fusilamiento. Una visita que acabó relatando a Caballero y Navarro, llevándoles de nuevo al terreno y señalando el emplazamiento en el antiguo campo de instrucción de la Falange, convertido a finales de los años 80 en un campo de fútbol.

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Pese a no ser la tesis oficial imperante, la propia familia de Lorca llegó a cobijar dudas, y de hecho consiguió paralizar las obras que pretendían construir sobre el terreno un espacio deportivo cuando ya se habían añadido al terreno original miles de metros cúbicos de arena. Casualidades del destino, la suerte quiso que el dinero destinado a los drenajes profundos acabara en los bolsillos de algunos funcionarios y la tierra original se mantenga intacta, según estima Caballero. "Por una vez, la corrupción en este país sirve para algo".

EL ÚLTIMO PASO

Los investigadores contrastaron fotos aéreas del terreno y emplearon un georradar para confirmar la existencia de irregularidades morfológicas compatibles con fosas de la guerra civil. Con una dotación obtenida de la Junta de Andalucía "cuando los temas de memoria histórica aún estaban en manos de IU" (en el Gobierno de coalición con el PSOE-A), y apoyados por miembros del equipo que participó en la exhumación de los restos de Cervantes, iniciaron una excavación que les permitió marcar algunos pozos y reconducir la investigación al darse cuenta de que el terreno había cambiado y habían errado el lugar del enterramiento por 40 metros. Pero la retirada de la excavadora en noviembre del 2014 hizo inviable continuar los trabajos.

La voluntad política desde entonces no ha sido la misma, remacha el historiador, ya que la dirección General de Memoria Histórica les informó que no continuaría adelante. La única opción era recurrir a una subvención que aún no les ha sido concedida. Este tiempo de espera, no obstante, les ha servido para ampliar y documentar aún más el informe científico que remitirán la próxima semana al Gobierno autonómico para, ahora sí, poder seguir adelante. El último paso que les faltaba se ha resuelto este fin de semana, tras acceder la nieta de Dióscoro Galindo, el maestro de escuela enterrado junto al poeta y los banderilleros Joaquín Arcollas Cabezas Francisco Galadí, a aportar el ADN y reclamar la exhumación que dé inicio de nuevo a los trabajos. "Pero nosotros no queremos exhumar, que quede claro, solo queremos localizar la tumba por interés científico", matiza Caballero, "lo de sacar los huesos es algo que dependerá de las familias".