Ai Weiwei llena de chalecos Berlín en recuerdo de los refugiados

Detalle de la instalación de Ai Weiwei en la Konzerthaus de Berlín.

Detalle de la instalación de Ai Weiwei en la Konzerthaus de Berlín. / AFP / JOHN MACDOUGALL

NANDO SALVÁ / BERLÍN

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Posiblemente no haya otro artista contemporáneo como Ai Weiwei tan dedicado a compromiso de usar su inspiración creativa como vehículo para la concienciación política, y lo vuelve a dejar claro estos días en Berlín. Las columnas del Konzerthaus -la más importante sala de conciertos de la capital alemana- han sido cubiertas hoy por el equipo de Ai con cientos de los chalecos salvavidas usados por los refugiados para alcanzar la isla griega de Lesbos, en recuerdo a millones de personas que huyen de la guerra.

El artista y activista ha visitado repetidamente Lesbos desde que empezó la crisis de los refugiados. De hecho, a principios de este año instaló allí un taller para llamar la atención sobre la crisis humanitaria que allí se vive. La isla del Egeo ha sido el principal punto de entrada para los más de 800.000 inmigrantes que llegaron el año pasado a la Unión Europea desde Turquía a través del mar.

En realidad, el drama de aquellos obligados a abandonar su hogar se ha convertido últimamente en la principal preocupación del controvertido creador chino. Hace solo unos días, Ai cubrió en Praga su obra Cabezas del Zodiaco con mantas térmicas para protestar por la pasividad de Europa ante el sufrimiento de los refugiados. Y el mes pasado cerró una exposición de su trabajo en Copenhague para protestar por las nuevas leyes de asilo danesas.

Asimismo, Ai es presidente de honor del jurado que el próximo lunes, durante la gala de Cinema for Peace (Cine por la paz) -que tendrá lugar precisamente en el Konzerthaus-,  premiará un año más a una selección de películas de contenido social, crítico o humanitario. La actriz Charlize Theron será la encargada de entregar el galardón principal durante este evento que no forma parte de la agenda oficial de la Berlinale pero está auspiciado por el certamen.

EL OTRO HOLOCAUSTO

Este año el Festival ha mostrado su solidaridad con el drama de los refugiados a través de varias iniciativas humanitarias -donaciones, programas de voluntariado- y, por supuesto, incluyendo en su programación numerosas películas que hablan de él. Precisamente, el asunto de una de las que ayer presentaron su candidatura al Oso de Oro es 'Lampedusa, otra de las más importantes vías de entrada de inmigrantes a Europa.

En los últimos 20 años, se calcula que unas 400.000 personas han intentado llegar a la isla, y que 15.000 de ellas han perdido la vida. De ello habla el director Gianfranco Rossi en el documental 'Fuego en el mar' pero para hacerlo, probablemente para evitar el mero muestrario de sufrimiento humano, adopta un punto de vista inesperado. En lugar de centrarse en una tragedia que ayer en rueda de prensa comparó con el Holocausto, la alterna con una serie de escenas que retratan las apacibles vidas de algunos habitantes de la isla: un niño que tiene un ojo vago; una anciana que prepara espaguetis, un dj radiofónico que atiende peticiones de sus oyentes. El problema es que pasa tan bien el rato con ellos -sobre todo con el chaval, un 'showman' nato-, que acaba por relegar a los inmigrantes a un segundo plano y a ratos, peor aún, por banalizar su drama.