CRÍTICA

'El hijo de Saúl': el horror, en primer plano

Nando Salvà

Nando Salvà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"El hijo de Sa\u00fal\u00a0\u2605\u2605\u2605\u2605","text":"Direcci\u00f3n:\u00a0L\u00e1szl\u00f3 NemesCon:\u00a0G\u00e9za R\u00f6hrig, Levente Moln\u00e1r, Urs Rechn, Todd CharmontT\u00edtulo original:\u00a0'Saul fia'Pa\u00eds:\u00a0Hungr\u00edaDuraci\u00f3n:\u00a0107\u00a0minutosA\u00f1o:\u00a02015G\u00e9nero:\u00a0DramaEstreno:\u00a015 de enero del 2016"}}

Pensábamos que ya no quedaban historias por contar sobre el Holocausto, pero el demoledor debut del húngaro László Nemes prueba lo contrario. Situado en los últimos días de Auschwitz, acompaña a un atormentado prisionero colaboracionista en permanente movimiento, sin apenas apartar la cámara de su rostro pétreo –negándonos acceso, pues, con su trauma– para explicar qué era realmente un campo de exterminio: una fábrica, un obsceno sistema de producción de asesinatos en masa.

El equilibrio entre lo que vemos y lo que no está formal y moralmente calculado al milímetro para evocar, sin atenuantes ni regodeos, la demencia y la maldad incomparables. Si pusiera imagen a todas las atrocidades que describe, 'El hijo de Saúl' sería una película insoportable. Por ello, se centra en cambio en un hombre dispuesto a arriesgarlo todo para ejercer un acto último de humanidad en medio de la barbarie, y en el proceso nos empuja no solo a imaginar confusión, pánico, miseria y desesperación inimaginables, sino prácticamente a sentir todo eso en carne viva.