La corrección política contra Enid Blyton

Enid Blyton

Enid Blyton / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Vuelven los viejos libros de Enid Blyton. Es fácil que el reciente lanzamiento en las librerías de las historias de Los Cinco, con sus portadas coloristas y puestas al día despierte la nostalgia en más de un padre, o de un abuelo (porque los primeros títulos datan de los años 40 (aunque en España solo se popularizaron en los 60). Regresan aquellas historias de niños campando por islas, valles, túneles secretos, campamentos y páramos sin la molesta presencia de los adultos y sin que les falte una cesta de merienda y la ayuda inestimable de su mascota. Leerlas es aprender que hubo un tiempo en que los pequeños solían jugar al aire libre, toda una rareza en estos tiempos de amigos virtuales, teléfonos inteligentes e internet. Hasta ahí todo perfecto, pero el tema tiene su cruz. Y tiene que ver con el choque frontal contra la corrección política.

El relanzamiento de los 21 títulos de Los Cinco, publicados por Juventud, además de adaptar el lenguaje a los nuevos tiempos también recoge una importante expurgación de términos racistas y/o sexistas que por lo visto proliferaban en la obra de la autora inglesa y en que Gran Bretaña se realizó originalmente hace unos años. Porque en las historias de Blyton, sencillas y claras con el bien y el mal siempre perfectamente delimitados, los chicos siempre protegen a las chicasellas se encargan de la cocina y hay muchas posibilidades de que el villano de turno no sea un inglés de pura cepa, y sí muy posiblemente un negro o un gitano, descritos normalmente con términos despectivos. "¿Por qué los extranjeros no son capaces de educar debidamente a sus hijos?” no es una frase pronunciada por Maggie Smith en 'Downton Abbey' sino escrita con convencimiento por Blyton. Junto a Los Cinco, Juventud también está volviendo a lanzar la colección Los siete secretos, con divertidas portadas de Toni Ross.

Flavia Company y Elisenda Roca, dos autoras de literatura infantil y fervientes lectoras a su vez de Blyton en su infancia, muestran ante todo una gran sorpresa por una misoginia y un racismo que no detectaron en su momento. "Solo recuerdo las aventuras, los buenos ratos  que me hizo pasar –asegura Roca-.  Enid Blyton nació en el siglo XIX y murió en los 60 mucho antes de que yo empezara a leer sus libros. Su manera de pensar es fácil que sea anticuada e imperialista, pero muy probablemente nace del desconocimiento de otras culturas". A Company le molesta ante todo que la decisión editorial haya partido de los herederos de una escritora que ya no está para decidir sobre una obra que sigue generando ventas millonarias en más de 90 idiomas. "Es una impertinencia modificar el trabajo de una autor/a sin su permiso", dice.  

UN MUNDO ORDENADO

La librera Oblit Baseiria, de Casa Anitacertifica que los libros de Blyton se siguen vendiendo bien: "Es un mundo ordenado en el que los niños suelen sentirse cómodos". Baseiria cree que no tiene sentido añadir prólogos o notas a pie de páginas a las ediciones infantiles, porque muy probablemente los pequeños ni se las mirarán. "En la literatura infantil, siempre se han adaptado los libros y nadie lo ha cuestionado. Hoy no nos atreveríamos a darle a un niño pequeño las versiones originales de los cuentos de los Hermanos Grimm, cargados de violencia y crueldad".

Detectado el problema, cabe preguntarse de qué manera influyó Blyton en sus poco avisados lectores. Aquí también hay opiniones encontradas. Quizá la más interesante sea la de la novelista nigeriana radicada en Estados Unidos Chimamanda Ngozi Adiche que se ha definido sí misma como "una feminista africana y feliz", y que en su  Lagos natal y sin haber puesto jamás un pie en Inglaterra sufrió una "alienación" cuando empezó a escribir historias estilo Blyton pobladas por niños de piel blanca. Naturalmente, años después, Adiche sí se dio cuenta de los fallos de su modelo, especialmente cuando leyó al patriarca de las literatura africana, Chinua Achebe.

Otro ejemplo es el del escritor británico Jonathan Coe. En el diario 'The Guardian' le preguntaron por el libro que le cambió la vida. Y él recordó un volumen de cuentos de la autora dirigidos a niños muy pequeños que le transportaron de niño a la casa de sus abuelos aromatizada por el olor de las galletas en horno. El esquemático ideario de la autora -“las personas deben comportarse amablemente unos con otros y que la codicia debe ser castigada”- fue, según reconoció, una influencia en sus ficciones.   

SIN VALOR AÑADIDO

Es un tanto a favor de Blyton que no tiene demasiados valedores. Durante años, críticos, profesores y bibliotecarios ingleses arrugaron la nariz frente a una escritora "esquemática" y "repetitiva" que "defendía los valores de la clase alta pero en realidad estaba dirigida a la clase media". De ahí que ella se pasara más de 30 años sin hacer una mísera aparición en la BBC por su "falta de calidad" -sí, los ingleses son muy estrictos con ests cosas-. Y mientras tanto, lo más sorprendente es que no le abandonase en ningún momento el favor de los niños. Pero solo de ellos. A diferencia de otros clásicos infantiles, Blyton no ofrece guiños ni valores añadidos a los mayores. Sus libros no se pueden volver a leer pasados los 13 años.

Santiago Alba Rico, que recientemente ha reeditado su fundamental ensayo 'Leer con niños' (Literatura Ramdon House) no le tiene un gran amor a Blyton. Alba fue guionista del programa 'La Bola de Cristal'  que dirigió su madre, Lolo Rico, y es, además, uno de los ideólogos culturales de Podemos. "A Enid Blyton la leímos todos de pequeños y su problema es que literariamente es muy pobre. Desde luego, si se trata de recoger el desaparecido mundo de las pandillas adolescentes en la Inglaterra del siglo pasado Guillermo Brown es mucho más recomendable en todos los sentidos: brillante, crítico, mordaz, aborda el universo adulto desde la mirada de un niño ingenuamente feroz", valora el guionista y filósofo.

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Relegar a Blyton al armario de los recuerdos, por tanto? No para Rico. Tenemos todo el derecho a leer y disfrutar un mal libro o una mala película si sabemos distinguirlos de los buenos libros y las buenas películas y disfrutamos de unos y otras: "Para eso sin duda sería deseable que padres con tiempo y criterio transmitiesen a sus hijos el gusto por la literatura.No es fácil. El tiempo narrativo, que es también el de los cuidados, el amor y la memoria, está a punto de extinguirse en favor del tiempo de la digestión, que es el de las nuevas tecnologías, los medios de comunicación y el centro comercial”.

En opinión del filósofo los libros, tanto los buenos como los malos libros, tienen escasa influencia en la formación de un niño, por lo que es inútil también censurarlos. "En todo caso, asegura,  la mejor protección contra un libro es siempre otro libro y la posibilidad de relacionar dos libros y medirlos entre sí está fuera de todos los libros: en una educación -afectiva en casa, pública fuera de casa- que enseñe a distinguir la realidad de la ficción, una diferencia cada vez menos evidente en las sociedades capitalistas de consumo".

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