El teatro de la política

Anna Sabaté y Cristina Gàmiz, las protagonistas de  'Camargate'.

Anna Sabaté y Cristina Gàmiz, las protagonistas de 'Camargate'.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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El afilado Groucho Marx ya lo advertía: «La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados». Un arte, pues, de indiscutible teatralidad, que en los últimos tiempos se ha convertido en filón inagotable y sorprendente. La ficción quedó atrás. Los tejemanejes de los poderosos han inspirado Ruz-Bárcenas, Las guerras correctas, Hendaya, el musical; Confesión de un expresidente... A partir del 11 de marzo, en el Tantarantana, asomará el Camargate de la compañía TeatrodeCerca. Jorge-Yamam Serrano, creador de la estupenda Que vaya bonito, firma la recreación basada en la famosa conversación (grabada por Método 3) del 7 de julio del 2010 en el restaurante La Camarga entre la líder del PPC, Alicia Sánchez-Camacho, y Victoria Álvarez, examante de Jordi Pujol Ferrusola.

A partir de la grabación real y otros documentos verídicos que se muestran en una pantalla, el autor y director ha cocinado una pieza de teatro documental que revela «de forma cómica, a veces esperpéntica»,  el funcionamiento de la corrupción  y los pasillos del poder. «Son como Las lobas de Wall Street. La realidad no se puede superar. El teatro está en la política», concluye Serrano, que ha tenido incluso que ponerle freno y ordenar el «torrente verbal» de las comensales para que la platea las entendiera. Su charla fue mucho más «atropellada y alocada». Las actrices Cristina Gàmiz y Anna Sabaté, bajo los ficticios nombres de Antonia y Bibí, nos lo cuentan.

Camargate empieza con la líder del PP dando largas y amenazando a los periodistas en el Parlament tras el suceso y salta en un flash back a La Camarga. Un tipo (cual el agente de la Stasi de La vida de los otros) espía a las protagonistas. Entre plato y plato, ellas destapan los trapos sucios y su gusto por los trapitos de Zara y los bolsos de piel de cocodrilo, confesa adicción de la llamada Antonia. Le hincan el diente a los poderosos

-Prenafeta, caso Pretoria, los Pujol, Artur Mas, Piqué, Moragas, Rubalcaba, el caso Palau,  Felip Puig...- y los turbios asuntos en Tarragona y Andorra, y se relajan debatiendo sobre el bótox y la cirugía maxilar.

Serrano soñó con llevar a escena el asunto de La Camarga, de una «teatralidad extrema, bestial», investigó profundamente lo acontecido y tomó como referentes la serie House of cards, la película El Divo y María Estuardo, de Schiller. Algunos espectadores podrán seguir muy de cerca la conversación, integrados en la escenografía del restaurante.

Gàmiz, que usa en la obra una prótesis dental, le ha cogido el gusto a su personaje. «Me encantaría tomar un café con Camacho. Advierto en ella un dolor y soledad que trata de llenar con bolsos y con la aprobación de todos. Tiene una necesidad inmensa de poder y de dominar las situaciones. No es fácil el papel de la mujer en el poder porque debe asumir un rol masculino de fuerza». «Se siente traicionada, desamparada y se desahoga», conviene Sabaté. «Es muy Medea, está herida y la olla a presión explota», tercia el autor.

RISAS E INDIGNACIÓN / La intención es que el público «se divierta y a la vez se indigne», agrega Serrano. Así sucedía con Ruz-Bárcenas, la obra de Jordi Casanovas que bajo la dirección de Alberto San Juan aplaudió en diciembre. La fidedigna recreación de la declaración del extesorero del PP ante el juez Pablo Ruz, el 15 de julio del 2013, dejó perplejo al personal. Pero la desfachatez del protagonista disparó más de una carcajada entre la noqueada platea. Casanovas volverá a la carga. Prepara Pujol, president, un proyecto fruto de su indignación con el que «durante 20 años dictó la moralidad de los ciudadanos de Catalunya». «Tenemos derecho a pasarle cuentas», reclama. «Será una versión de Ciudadano Kane, un recorrido punteado de ficción desde su infancia hasta su vejez. Necesitamos dar puñetazos porque la realidad ha superado la ficción».

TEATRO DEL BARRIO / En Madrid, el Teatro del Barrio fundado por Alberto San Juan bulle como escenario de cuitas políticas. Acaba de estrenarse allí Las guerras secretas, basada en la entrevista que Iñaki Gabilondo realizó a Felipe González en enero de 1995 sobre los GAL. Una entrevista que, para el autor de la obra teatral, Gabi Ochoa, supuso «un antes y un después en la relación política y periodismo en España». Ochoa ha querido lanzar «preguntas sobre las cloacas de la democracia, como muy bien hace el documental Ciutat morta». Deja vía libre al público para la reflexión sobre lo sucedido, sin abandonar la vertiente de espectáculo. «Como decía Javier Daulte, el teatro debería ser comprometido y lúdico, todo en uno. Es lo que hemos intentado con esta obra que tiene visos, en ocasiones, de comedia bufa, y en otras, de western de palabras».

«El teatro es un arma cargada de verdad, más reflexivo que las noticias que trabajan la inmediatez», dispara el francotirador valenciano, que asimila el auge del telón político a una crisis que ha «acuciado nuestra conciencia crítica. Tal vez impulsada por el 15-M y el ¡Basta ya!». También anuncia que alguien afín al expresidente vio la función y se lo hizo saber. «Es la primera vez que  mis palabras levantan muros de indiferencia, cuando no de odio». A su juicio solo dos cosas no se pueden hacer en escena: «Matar y practicar el sexo. Eso  último sería pornografía, no teatro». Su próxima bala será para los sucesos en el Institut Lluís Vives de Valencia, en febrero del 2012, cuando los policías cargaron contra los estudiantes.

Otro González, Ignacio, presidente de la Comunidad de Madrid, ha inspirado González, la nueva obra de Isaac Rosa que también verá la luz en la sala de Lavapiés. «Intenta ser una mirada amplia al saqueo que los  ciudadanos madrileños hemos sufrido en las últimas décadas». Alberto San Juan protagoniza Confesión de un expresidente que llevó a su país a la crisis, en la que el autor David Carnevalli buscó paralelismos entre la Argentina del corralito y la Italia actual.

Las miradas al poder se multiplican. Desde el sorprendente musical Hendaya.  Cuando Adolfo encontró a Paco , hasta un corto de Jorge -Yaman Serrano que se atreve a fantasear con un Urdangarín al que «dos chavales secuestran, apalean y dejan hecho un cristo».