Icónicas publicaciones de la historia de las revistas de viñetas

Pulgarcito a todo color

El personaje del cómic infantil creado por Jan en los años 80 regresa restaurado por Jordi Coll a las librerías

A la izquierda viñeta del Pulgarcito antiguo. Al lado, el nuevo coloreado de Coll, con las camisetas unificadas de los quintillizos o detalles como la pegatina y matrícula del coche o la mariquita.

A la izquierda viñeta del Pulgarcito antiguo. Al lado, el nuevo coloreado de Coll, con las camisetas unificadas de los quintillizos o detalles como la pegatina y matrícula del coche o la mariquita.

ANNA ABELLA
BARCELONA

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Rodeado de sus indecisos hermanos quintillizos, el gato Medianoche, su amiga Trini y el padre de esta, el profesor Ogro... Pulgarcito, aquel menudo, valiente y listo chavalín que usaba su inteligencia y su seny para salir airoso de sus viajes en el tiempo y sus aventuras, siempre con un irónico pie en los cuentos infantiles clásicos, empezando por el clásico homónimo de Perrault y pasando por Patufet, Alicia en el país de las maravillas o El sastrecillo valiente, surgió en 1981 de la pluma y la imaginación de Jan después de que Bruguera le propusiera dar vida al Pulgarcito del logotipo del icónico tebeo nacido en 1921. El dibujante es tajante ante la pregunta de si se atreve a imaginárselo hoy, 33 años después. «¡De ninguna manera, no sería Pulgarcito!», responde ante el que considera uno de sus «trabajos más redondos». En todo caso, si tuviera que volver a dibujarlo, añade, «lo dibujaría mejor, con más calma, sin las endemoniadas prisas» que sufrió en aquellos años de la factoría Bruguera.

Sin embargo, aquel Pulgarcito forjado por el creador de Superlópez regresa restaurado a las librerías este miércoles en dos primeros volúmenes publicados por Ediciones B. Son las mismas historias de las cerca de 900 páginas que realizó a lo largo de 1981 y 1982, pero Jan se ha sacado una espina. «La única cosa que me entristecía era la horrorosa calidad con que salían impresos, el color me hacía sufrir. No lo aplicaban coloristas sino el propio grabador y por eso era tan malo, no se podía esperar otra cosa. Ahora me siento muy feliz y satisfecho porque Pulgarcito se ha recuperado y vestido de nuevo como debía haber sido antes y no fue...». Y el artífice de ese «excelente» y «minucioso» trabajo de restauración ha sido Jordi Coll, experto editor de la revista de cómic y humor Amaníaco, que ha contado con la colaboración y confianza del dibujante, de quien ya restauró el álbum Don Talarico.

«No disponíamos de la mayoría de originales ya que Jan solo conserva algunos, así que tuve que recopilar la colección publicada, que era en un formato de 18x13,5 y adaptarla al nuevo [de 25x20] -explica Coll, que ya trabaja en el tercer volumen-. Luego viene el escaneo, quitar el color antiguo para dejar la línea de dibujo, un proceso en el que se suele perder información y detalles, que hay que redibujar, y luego el repintado con colores más adecuados y pensado con criterios más lógicos. Una página puede llevarte tres horas, otra, en cambio, tres días». En las páginas antiguas, por ejemplo, los quintillizos podían cambiar el color de sus camisetas de una viñeta a otra o, como se observa en las superiores, la acera y el árbol son del mismo gris y la matrícula y la pegatina del coche se confunden en rojo.

El propio Jan ha hecho nuevos dibujos para las nuevas portadas y ha cambiado también el diseño para diferenciarlo del de sus álbumes de Superlópez, de quien precisamente también este miércoles lanza una nueva aventura con guion de Efepé: El Supergrupo y la guerra de las latas.

EXTRAS Y CURIOSIDADES / Cada volumen de este remozado Pulgarcito incluye extras, curiosidades y batallitas recopiladas por Coll, como bocetos, originales, un estudio de proporciones de los personajes, la foto de la casa de Horta que inspiró la mansión del profesor Ogro..., anécdotas llamadas a tocar la fibra a los nostálgicos que lo leyeron de niños (muchos le han pedido al dibujante que lo retomara), el público que más se enganchará a la colección, y que puede enseñarlo a sus hijos, según Jan y Coll. «Los chicos de hoy son diferentes -apunta el autor-. La competencia es el móvil y las plays. Con la serie intentaba revitalizar la cultura infantil de los cuentos en niños de 7 a 12 años, pero no eran los que compraban revistas de cómic por sí mismos». Eran sus padres. «Hoy se ha roto la cadena generacional -añade Coll-. No hay casi revistas de cómic infantil, hay productos que salen en televisión. Hay que crear nuevos lectores empezando por los niños. Los padres deben desengancharlos un poco de los ordenadores y enseñarles qué son los cómics».

Uno de los extras del volumen 1 reproduce las dos páginas mecanografiadas, con notas a mano de Jan, con el proyecto que presentó a Bruguera. La editorial le había encargado a él, a Francisco Ibáñez y a Raf que pensaran propuestas. En ese texto, tras esbozar los personajes y la serie, de un Pulgarcito «inspirado en el del cuento pero traído a nuestra época», que correrá aventuras «a lo largo del mundo» pero siempre regresará a su ciudad, su colegio, su casa, Jan escribió: «Conste que le tengo verdadero terror a hacer este trabajo, lo que demuestra que me gusta y me lo tomo en serio... Si quieren que lo haga... pues ¡Que Dios me coja confesado!». ¿Por qué? «Era un trabajo difícil y los plazos muy estrechos, pero yo esperaba que ganase Ibáñez o Raf, que eran más populares. Empezaba a consolidar Superlópez y no quería malquistarme con la editorial rechazando el proyecto, pero sabía que no podría hacer las dos cosas a la vez. Hube de parar Superlópez, que para mí tenía más futuro y posibilidades debido al rango de edad al que lo dirigía: de 12 a 18 años». Pese a haberlo abandonado, Pulgarcito le ha dejado huella: «Siento por él la misma nostalgia que los lectores, por las historias que logré trenzar, porque son las cosas que a mí me hubiera gustado leer de niño».