Un maestro de la historieta, recordado en el Salón del Cómic que empieza mañana

El regalo de Ambrós

El creador del Capitán Trueno dedicó en 1956 un impagable dibujo a un Jordi Bernet niño

El personaje estrella de Bernet, Torpedo, fumador empedernido.

El personaje estrella de Bernet, Torpedo, fumador empedernido.

EL PERIÓDICO
BARCELONA

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«Al niño Jordi Bernet, afectuosamente, Ambrós». Era el año 1956 cuando el creador deEl Capitán Trueno dedicaba el impagable dibujo que luce en la página contigua a un pequeño de 12 años que no tardaría en seguir sus pasos como virtuoso de los pinceles, y de cuyo arte nacería el frío sicario Torpedo. Con el tiempo, sus respectivas carreras les llevarían a ser reconocidos

-Ambrós en 1989 y Bernet dos años después- con el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona. Será en este escenario, en la gran cita de la historieta que abrirá mañana sus puertas en Montjuïc hasta el domingo, donde Ambrós será homenajeado con una exposición con motivo del centenario de su nacimiento.

«Yo era muy fan del Capitán Trueno y mi padre, sabiéndolo, un día llegó a casa del trabajo con ese dibujo dedicado. Se lo había pedido a su amigo», recuerda ahora Jordi Bernet (Barcelona, 1944), en su estudio del barrio de Sant Andreu, casi un pequeño museo, con las paredes abarrotadas de viñetas enmarcadas y detesoros del mundo del cómic. Uno de los más preciados es esta veterana ilustración, de la que no se ha separado durante los últimos 57 años.

LA 'FAMILIA' DE BRUGUERA / El «trabajo» era en Bruguera, donde su padre, Miquel Bernet, creador, entre otros, del personaje de Doña Urraca, y el valenciano Ambrós (1913-1992), seudónimo de Miguel Ambrosio Zaragoza, compartían amistad con otros artistas de la mítica editorial. «En casa a menudo se reunían muchos de ellos, incluso con algunos jugaban al póquer. Recuerdo que todos tenían mucho sentido del humor. Cifré, Peñarroya, Escobar, Vázquez, Gin, Raf, Martz Schmidt, Nadal...» También el guionista Víctor Mora, que hizo tándem con Ambrós enEl Capitán TruenoyEl Corsario de Hierro. «Mis padres fueron los padrinos de boda de Mora y de su mujer, Armonía, que también trabajaba en Bruguera. Hasta les llevaron una tortilla a la francesa a la prisión cuando les acusaron de comunistas», evoca Bernet.

«Yo era muy afortunado porque cada semana mi padre traía un paquete con ejemplares dePulgarcito, la colecciónDan,El Cachorro,Sissí..., todas las revistas de Bruguera -explica-. Aún conservo los 30 primeros números deEl Capitán Trueno dibujados por Ambrós. Tenía un dinamismo y una fuerza espectaculares. Era una historieta mucho más cercana queEl Príncipe Valientede Harold Foster. Tenía una acción mucho más trepidante, él hacía que los personajes estuvieran vivos, que se mantuvieran siempre en constante movimiento. Era un dibujo simpático y dinámico. Me fascinaban». Y en ese dibujo dedicado, de la mejor época de Ambrós, aparece toda latroupe: Sigrid abraza a su héroe y el fiel y joven escudero Crispín salta sobre el lomo del fuerte y bueno de Goliath.

EXPOSICIÓN EN EL SALÓN / En la exposición con la que el Salón del Cómic homenajea al dibujante valenciano no solo podrán verse originales de Trueno sino de todas sus creaciones -El Jinete Fantasma,Chispita,El Corsario de Hierro...-, cedidos por Ediciones B, que conserva el fondo de Bruguera, y de coleccionistas privados.

Originariamente el fondo del dibujo dedicado por Ambrós era blanco, pero ha adquirido un color amarillento a costa de tantos años respirando el humo de tabaco de los diferentes estudios en los que ha trabajado Bernet -«antes todo el mundo fumaba... ahora yo ya lo he dejado», admite-, y quizá algo también tuvo que ver el de los pitillos de su implacable, frío y cínico asesino a sueldo Torpedo, que se movía a sus anchas por los bajos fondos neoyorquinos de la gran depresión. «Era un tipo muy malo, pero logramos [con el guionista Enrique Sánchez Abulí] un equilibrio entre humor y violencia, que hizo que Torpedo llegara a caer simpático», apunta.

EL DIBUJO EN LA SANGRE / Bernet llevaba la historieta en la sangre. «Yo estaba lleno de tinta china, envenenado por el dibujo. Estaba predestinado a ejercer esta profesión», asegura. Porque además de su padre, tenía un tío dibujante, Joan, creador de Altamiro de la Cueva y que firmaba Toledano. «En el colegio recibía collejas de los profesores porque llenaba libros y libretas de dibujos. Jugaba bajo la mesa de dibujo de mi padre, me fascinaba mirar por encima de su hombro mientras dibujaba», rememora.

La nostalgia también envuelve a Bernet al hablar de su padre, un republicano que tras la guerra estuvo en el campo de concentración de Argelers y sufrió en un batallón disciplinario a su vuelta a España, entrando después en Bruguera. Si el lado oscuro de la editorial era que no quería ni oír hablar de ceder los derechos de autor a sus artistas, «la parte buena era que el señor Bruguera, que también había sido republicano pero tenía un hermano en el otro bando, la convirtió en un refugio de represaliados. Dio trabajo a muchos».

No tardó mucho Bernet en hacerse profesional. Su padre murió a los 38 años, cuando él tenía 15, y logró que le dejaran continuar el personaje de Doña Urraca. Después, el autor deClara de nocheha alternado caricatura y dibujo realista en Francia, Italia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, consiguiendo premios como el Yellow Kid. Publica cada semana enEl Jueves,acaba de ilustrar para Libros del Zorro Rojo la novela negra de Jim Thompson1.280 almas, y celebra: «El cómic ya no se ve solo como un producto infantil, por suerte es un medio capaz de explicar historias de todo tipo con absoluta contundencia».

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