Ideas

Apostar por la literatura

JORDI PUNTÍ

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Cada año en octubre, cuando se acerca la entrega del Nobel de Literatura, me dedico a seguir por internet qué autores están mejor situados en las casas de apuestas británicas. Es muy distraído y, además, la alineación de todos esos nombres -como purasangres en la línea de salida- permite sacar algunas conclusiones de cómo funciona el hipódromo literario. Este año el nombre mejor situado era el japonés Murakami, un autor que sabe compaginar la popularidad con las pretensiones de autor de culto, pero no ganó (el primero casi nunca gana). La lista también demuestra que cada año es más raro que el Nobel no vaya para Estados Unidos. El último se lo llevó Toni Morrison, en 1993, y desde entonces Cormac McCarthy, Doctorow y Roth, entre otros, esperan su turno. Claro que el día que lo gane uno, los otros ya pueden despedirse definitivamente. Otro detalle de la lista es que siempre se repiten los eternos candidatos. Alguien tendría que hacer una colección de quiosco con sus libros: Ismail Kadare, el poeta Adonis, Alice Munro, Lobo Antunes¿

El ganador de este año -el chino Mo Yan- salía en cuarto lugar en las apuestas: se pagaban nueve euros por euro jugado. En una reseña de hace algunos años, John Updike, que lo había leído todo, destacaba la facilidad de Mo Yan para crear metáforas de altos vuelos y su libertad creativa para "tratar el sexo, el nacimiento, la enfermedad y la muerte violenta". Los sabios que han leído sus novelas dicen que es un autor crítico con su país, aunque sabe hacer equilibrios. Sin embargo, en el contexto de la literatura china actual, su premio es también un reconocimiento al arte de la narración tradicional, con el peso de la oralidad y la familia. Todo un aviso ante las modas recientes en las librerías chinas: hoy en día la mayoría de 'best-sellers' son largas tetralogías sin pretensiones estilísticas, que hablan del triunfo en el trabajo, de héroes individualistas que saben sortear la burocracia y solo buscan ganar dinero y luego gastarlo. Quizá sean ellos quienes apostaban por Mo Yan.