FIGURA DEL MODERNISMO

Enric Sagnier,el constructor de BCN

CaixaFòrum rescata del olvido la obra del prolífico arquitecto

Un mapa de Barcelona muestra, en la exposición de CaixaFòrum, los lugares que ubican obras de Sagnier.

Un mapa de Barcelona muestra, en la exposición de CaixaFòrum, los lugares que ubican obras de Sagnier.

Natàlia Farré

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No goza del reconocimiento de otros arquitectos de su misma época, léase Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch. Pero en su momento fue el urbanista más valorado por la élite catalana y el que más premios de arquitectura recibió del Ayuntamiento de Barcelona. Tampoco es muy conocido por los habitantes de la ciudad, aunque muchas construcciones de las esquinas más transitadas de la capital catalana llevan su firma. Y a él le debe Barcelona su aspecto y su trama urbana. Es Enric Sagnier (1858-1931).

A este arquitecto, autor de más de 450 edificios, algunos tan significativos como el templo expiatorio del Tibidabo, el Palau de Justícia y la casa Arnús, ha querido recuperar del olvido CaixaFòrum con la exposición 'La ciudad de Sagnier. Modernista, ecléctica y monumental' (que podrá visitarse hasta el 8 de enero).

El porqué de la amnesia hacia esta figura capital de la ciudad es difícil de explicar. Podría deberse a motivos ideológicos, "era el menos catalanista" de los modernistas, afirma Julià Guillamon, comisario de la muestra junto a Santi Barjau. Pero posiblemente se deba a que también "era el más ecléctico -continúa-. Ahora todo el mundo es ecléctico, pero durante muchos años fue una cualidad mal vista. Y esta connotación negativa la arrastró siempre. Era como no tener las cosas claras". Y es que Sagnier podía hacer sin pestañear desde iglesias neogóticas, hasta edificios de estilo francés, pasando por casas modernistas.

Omnipresente

Tan variado como su estilo era la tipología de sus edificios. El arquitecto proyectó todo aquello que necesitaba la burguesía del momento, la clase a la que pertenecía y para la que trabajaba: chalets para vivir, pisos para alquilar, escuelas para los hijos, casas baratas para obras sociales, bancos, fábricas, clubs... "Es omnipresente en Barcelona", sentencia Guillamon, a pesar de que se calcula que entre un 15% y un 20% de sus construcciones han desaparecido. Entre ellas, dos de las más significativas de su arquitectura: la antigua sede del Reial Club Marítim y el Hotel Colón.

Este último ocupaba una de las esquinas del paseo de Gràcia con la Ronda de Sant Pere y se convirtió en una referencia indispensable de la vida barcelonesa en los años 30. El Hotel Colón quedó muy afectado después de la guerra civil, y aunque hubo un proyecto de rehabilitación en 1940, acabó siendo derribado. Un poco más larga, hasta los años 50, fue la vida de la antigua sede del marítimo. Una singular construcción a la que los socios del club llamaban cariñosamente 'la bombonera' o 'la botella de Calisay'.

Gárgolas fantásticas

La casa Arnús y su arquitectura fantástica con gárgolas, tribunas y galerías; el Palau de Justícia, con su aspecto colosal, y el icónico templo expiatorio del Tibidabo son otros de los edificios que la muestra repasa de forma extensa. Estas construcciones, además, todavía forman parte del paisaje de Barcelona, al igual que el resto de edificios que incluye la Ruta Sagnier, organizada por el Instituto del Paisaje Urbano y que en breve se pondrá en marcha.