¿Qué relación hay entre empleo y origen social? No todos somos iguales

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MARINA ROMAGUERA DE LA CRUZ

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En los últimos años, el clima de descontento en nuestra sociedad es patente. Basta observar el aumento de la movilización social y el surgimiento de nuevas fuerzas políticas en un contexto de erosión del Estado del Bienestar a través de recortes en políticas públicas esenciales. La percepción de los ciudadanos es que unos pocos se han visto beneficiados con la crisis económica, mientras que ha afectado gravemente a aquellos con menor nivel de ingresos. Asimismo, la grave crisis del mercado laboral en nuestro país y la proliferación de los empleos precarios no han contribuido a mejorar la visión del sistema político actual.

El aumento de la desigualdad y de la pobreza es innegable. No obstante, muchas veces nos centramos en analizar la situación actual dejando de lado cómo puede afectar esto a las futuras generaciones. ¿Van a verse mermadas las oportunidades de nuestros hijos por experimentar ahora dificultades económicas? En un mundo utópico contestaríamos de manera negativa: los ingresos de los descendientes deberían depender de su esfuerzo y no de la situación económica de los padres en la actualidad. Parece que uno de los principales instrumentos para una mayor movilidad social y, en particular, para acceder a empleos de mayor calidad es la educación (seguramente algunos de los lectores hayan oído de boca de sus padres: “Estudia hijo, a ver si tienes una vida mejor que la mía”). Pero, ¿es este efecto de la educación limitado? En un país en el que aproximadamente un 45% de los ciudadanos encuentra trabajo a través de sus “contactos” es lógico que nos surja la duda. Así, ¿puede la educación liberarnos de una sociedad fundamentada en la reproducción de clases o estamos condenados a ello? ¿Existe igualdad de oportunidades o nuestro origen familiar determina nuestro futuro?

Preocupadas por este asunto, Olga Cantó y Silvia Avram analizan el efecto de la procedencia familiar en su artículo “Situación laboral y origen familiar en Europa durante la crisis: no somos todos iguales” escrito para el Observatorio Social de "la Caixa". Centrándose en individuos entre 25 y 55 años, elaboran un indicador de origen familiar (donde 1 indica el origen social más bajo y 5 el más elevado) para España, Italia, Reino Unido, Países Bajos y Polonia.

La primera cuestión que se nos plantea es: ¿el hecho de pertenecer a una familia con mayores recursos económicos supone mayores oportunidades en el acceso a un empleo? La respuesta es no. En el Gráfico 1, podemos observar cómo cambia la probabilidad de encontrar un empleo para los hombres según su origen familiar, habiendo descontado el efecto de la educación. La crisis económica ha reducido de manera generalizada las posibilidades de acceso al trabajo (exceptuando a Polonia), sin embargo, no existe una diferencia significativa en relación con el origen social. La única excepción que se encuentra es el mayor impacto de la recesión en los hombres españoles de origen social más bajo. Por lo tanto, el efecto directo de la procedencia familiar sobre el acceso al mercado laboral es fundamentalmente nulo.

Gráfico 1: Probabilidad de estar empleado según origen familiar y año (hombres)

Fuente: extraído de Cantó, C. y Avram, S.

Si bien el origen social no supone un obstáculo a la hora de encontrar empleo, surge la duda de si las condiciones laborales son las mismas para todos los individuos o mejoran si proceden de una familia de clase alta. Parece claro que un mejor origen familiar conlleva mayor oportunidad de formación (efecto indirecto), aumentando a su vez las posibilidades de obtener un empleo de calidad. No obstante, ¿existen diferencias en las condiciones laborales cuando los individuos tienen el mismo nivel educativo? Para aclarar esta cuestión, las autoras estudian el impacto de la procedencia familiar sobre el nivel salarial y la estabilidad laboral (medida como temporalidad de los contratos). Los resultados indican que el salario percibido es mayor conforme aumenta el origen social, independientemente del nivel de educación analizado (Gráfico 2). El incremento del salario a medida que aumenta la clase social es mayor en España, Italia y Reino Unido, mientras que en los Países Bajos y Polonia es más relevante el efecto indirecto a través de la educación.

Gráfico 2: Salario hora predicho (en euros) según origen familiar y nivel educativo (mujeres)

Fuente: extraído de Cantó, C. y Avram, S.

Los resultados con respecto a la estabilidad del trabajo tampoco son nada halagüeños, aunque difieren según el país analizado. La probabilidad de tener un contrato temporal frente a uno indefinido es mayor para los hombres y mujeres de origen familiar más bajo. El mayor impacto lo encontramos en nuestro país, donde la probabilidad de temporalidad de los individuos con origen familiar más bajo es aproximadamente 10 puntos porcentuales mayor que aquellos procedentes de las clases más acomodadas.

¿Ha provocado la crisis económica que el origen familiar sea más relevante? Parece que el impacto de la procedencia familiar se mantiene constante. La probabilidad de encontrar un empleo ha descendido para todas las clases sociales, incluyendo las más acomodadas. Con anterioridad a la recesión, las clases más altas ya accedían a empleos de mayor calidad y está situación no se ha visto revertida. En resumen, o tendemos a una sociedad más meritocrática con el esfuerzo de todos o sólo nos quedará hacer “networking”.