Toros y Purísimas

Resulta cada vez más difícil encontrar las palabras adecuadas para contarse a uno mismo lo que va sucediendo. Me da igual que mis palabras sean justas o injustas, pero las quisiera adecuadas. Benedetti nos decía:

«No me gaste las palabras,

no cambie el significado.

Mire que lo que yo quiero

lo tengo bastante claro»

Vamos por partes. El ministro Wert y la nueva ley de educación han provocado desgarros y estropicios en Catalunya por la cuestión lingüística. Normal. Eso sí, es en estos momentos de plantes y desplantes cuando los políticos catalanes deberían dejar claro que sus hijos han ido a escuelas públicas. Para dar ejemplo, vamos. Que nadie pudiera pensar que, mientras se cantan las excelencias de la inmersión, los hijos de la élite van a estudiar a escuelas inglesas, alemanas o al extranjero. No vaya a ser que lo que hace ilusión a algunos políticos es que se catalanice el Raval pero prefieran que sus vástagos campeen por el mundo anglosajón ultracatalán. ¿No, verdad?

¿Crecerse con el castigo?

Creada la brecha, el ministro Wert ha soltado una frase enardecedora: «Soy como un toro bravo, me crezco con el castigo». ¿Se crece con el castigo? ¿Se crece? ¿Quiere castigo? Mire, léase usted 'Cincuenta sombras de Grey' y disfrute. Si con ello no le basta, aquí van algunos contactos: «'Bsrd sado bondage fetish'». Por no hablar de las páginas 'sadomaso' de la asignatura de Religión que usted se saca de no sé qué cuevas. Vigile, ministro, no vaya a ser que en lugar de toro bravo se quede usted en vaca loca.

Hablando de religión, quedémonos por aquí. Me sorprende TV-3 refiriéndose al «'pont de la Puríssima'» todo el rato. Fue el miércoles por la mañana: que si el tiempo, que si las pistas, que si las carreteras... Todo eran consejos para «'pont de la Puríssima'».

Pequeño detalle: el día de la tal Purísima fue el sábado. ¿Dónde está el puente? ¿Un puente de una fiesta que cae en sábado? ¿Puente en sábado? Si acaso, era el puente de la Constitución, ¿no? Optar por la fiesta religiosa con calzador frente a la fiesta civil de la Constitución da que pensar. Aunque esa Constitución tenga mil defectos, da que pensar. La Purísima nos perseguía en su formulación franquista para que en España no cambiase nunca nada. Una Constitución la vota la gente. Puede que sea odiosa para muchos y muy difícil su modificación.

La Purísima no la cambia ni Dios. Con decir «'el pont'» se hubiesen ahorrado pronunciar la tan detestable palabra Constitució y no habrían incurrido en este tontísimo integrismo religioso a la catalana. Sentir más próxima una mujer que tiene un hijo sin mediación de coito en Oriente Próximo que la Constitución de la que emana la Generalitat es rarito.

Soy de los que casi vivíamos en la calle exigiendo «'llibertat, amnistia i Estatut d'autonomia'». Soy de los que quieren un cambio profundo de la Constitución. Soy, en efecto, un gilipollas, Toni Albà.