Al contrataque

Escraches y palacios

XAVIER SARDÀ

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Hay médicos que incluyen en sus tratamientos la conversación como terapia favorable al paciente. A menudo es más favorable para el propio doctor. Cosas.

Médico: «Pase. Usted me dirá».

Paciente: «Mire que tengo un problema con los escraches. En general, digo».

M: « ¿Qué nota? ¿Angustias?»

P: «No doctor, al contrario... hay momentos en los que me gustan los escraches».

M: «Pero es absurdo. ¿Cómo le van a gustar? Puede usted soportarlos más o menos, pero ¿gustarle?»

P: «Son solo síntomas leves: tocan el pito y ponen pegatinas».

M: «¿Le haría gracia que se lo hiciesen a usted, en la puerta de su casa?»

P: «Pues claro que no. Pero todo esto da qué pensar. Ha habido escraches y de los bestias a lo largo de la historia. ¿Qué se cree que fue la toma del palacio de Invierno en octubre de 1917? Era la casa del zar, oiga».

M: «No tiene nada que ver el palacio de unos zares déspotas con diputados del Parlamento español».

P: «¡Hombre, ni se les hace lo mismo! ... solo silbatos y pegatinas. Diferente fue cuando las mujeres francesas marcharon sobre Versalles en 1789 protestando por el precio del pan. A las mujeres las siguieron los revolucionarios en un escrache bastante durito y el rey aceptó todas las peticiones».

M: «Insisto en el lío que usted se monta. Confunde movimientos revolucionarios contra poderes absolutos, que es una cosa, con asediar la casa particular de los legítimos representantes de la democracia española. Nada que ver, oiga usted. El escrache se refiere solo a presionar ante domicilios particulares».

P: «Me permito un sentido amplio de la palabra, ya lo sé. No se escandalice que ya sé que el escrache es de mal gusto y casi feísta. Solo que como hay tanto personal desesperado no veo yo que sea tan grave».

M: «No tiene nada que ver una cosa con la otra. Ser víctima de una situación adversa no legitima conductas injustas. Además, siguiendo su razonamiento, ¿qué me dice de los que han tomado palacios presidenciales para cargarse la democracia? Los golpes de Estado son, según usted, escrache, ¿no?».

P: «Tiene razón. Imagino aAllende bombardeado en el palacio de la Moneda. Pero entonces... ¿Pinochetmerecía escrache o no?».

M: «Déjese ya de elucubraciones. Es posible que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca consiga con estas movilizaciones un efecto contrario al que pretende. Para la gente la intimidad y la familia son sagrados».

P: «Por eso los afectados están tan desesperados amigo. Ni casa ni intimidad y los niños en la calle. Les han echado, ¿sabe?».

M: «Pues que hagan el escrache a los banqueros».

P: «Los que hacen las leyes son los diputados».

M: « ¿Seguro?»

P: «Le acepto la duda. Pienso que mientras el escrache siga siendo una protesta organizada, se canaliza la mala leche potencialmente descontrolada».

M: «¿Ah, sí?... ¿quién controla el descontrol?»