CRISIS Y NUEVAS FORMAS DE CONVIVENCIA / ROSER B.

Un techo desde el que cambiar el rumbo

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VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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Al poner el anuncio, Roser B. no imaginaba que una veintena de las llamadas que recibiría serían para ofrecerle estancia a cambio de sexo. El texto dejaba claro que propone asumir la limpieza de la casa y echar un cable en otras tareas. «Pero siempre hay quien intenta aprovecharse de una persona desesperada», lamenta.

A sus 47 años, lleva cuatro sin empleo estable y tres divorciada. Desde entonces, su vida ha sido un periplo por habitaciones de alquiler que siempre pudo pagar. Hasta abril, cuando perdió el subsidio que percibía, su única fuente de ingresos. Los últimos meses los pasó en casa de una amiga en Mallorca, pero sin éxito laboral. Regresó a Barcelona hace dos semanas en busca de oportunidades.

Ahora está en casa de un amigo, pero no quiere «abusar». En Servicios Sociales le dijeron que podría pernoctar en un albergue para personas en apuros. «Solo tres meses y con lista de espera», dice.

«Pienso en el día a día, un malabarismo complejo para mantener unos mínimos objetivos sin perder la esperanza», explica. De ahí que colgara el anuncio para tener un techo hasta que consiga trabajo y pueda pagar su propio piso.

Tiene experiencia como administrativa y dependienta de perfumería. Y le encantaría reemprender su carrera de cantante, su gran pasión, pero sabe que la dinámica difícilmente cambiará con la música.

«Necesito trabajo para salir adelante», dice. Sería la forma de dar el nuevo rumbo que precisa en su vida y, de paso, reconciliarse con la sociedad. «Es muy complicado encontrar empleo a mi edad, te niegan la oportunidad. Estoy muy dolida con el sistema que deja desamparadas a tantas personas como yo», dice.