Empezar la Fiesta pensando en los demás

Aspecto del Raval de Montserrat de Terrassa, este viernes por la tarde.

Aspecto del Raval de Montserrat de Terrassa, este viernes por la tarde. / periodico

ELISABETH ROURA

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Conciertos, fiestas callejeras, 'correfocs', deporte al aire libre, exhibiciones artísticas, festivales infantiles... la multitud de actividades de la Fiesta Mayor de Terrassa siempre tienen algo en común que suele pasar inadvertido: una ambulancia de la Cruz Roja. ¿A cuántos niños les habrán curado un rasguño? ¿Cuántas emergencias habrán atendido en los espectáculos de fuego en todos estos años? Pueden imaginarlo.

“Más de 600 personas que trabajamos para que todos podamos disfrutar”, así empezaba este viernes Marta Guasch el pregón de la fiesta más importante del año en Terrassa. Marta trabaja como voluntaria de la Cruz Roja des de 1996, no es nadie conocido, ni artista, ni chef, ni humorista. Es una ciudadana más deseando a todos los que se agolparon ayer en el Raval de Montserrat una fiesta divertida y segura, hablando como lo haría con cualquier vecino. 

A las ocho en punto todas las campanas de Terrassa repicaron, como si trataran de animar al Drac en su descenso de la montaña de Sant Llorenç y su recorrido por las calles hasta llegar al Ayuntamiento. El viernes de Fiesta Mayor empezó siguiendo las tradiciones de siempre, con decenas de niños y niñas esperando la llegada del querido -y temido- Drac y admirando esos ciudadanos gigantes plantados a un lado de la plaza.

Marta Guasch cambió el curso de la tarde. “Vivimos momentos difíciles, todos tenemos a alguien cercano que necesita ayuda”, sin duda el pregón más realista y humano de toda la historia de fiestas de la ciudad. La gente la escuchaba con cierta admiración, pues Marta explicaba como el voluntariado es “su forma de entender la vida” y lograba transmitir el espíritu de fiesta sin olvidar la necesidad de prestar atención a lo que nos rodea.

Por fin, los 'gegants' de Terrassa empezaron su baile majestuoso, deleitando a los pequeños boquiabiertos sentados a los hombros de sus padres. La gente empezó mirando al cielo, pendientes de una tímida lluvia, y acabó por unirse a las 'gralles¿ y al sonido inconfundible del baile de los Bastoners. Esperaban resolver el enigma de este año: ¿Qué cara aparecería en el nuevo 'capgròs'? El Casinet de l'Espardenya ha desvelado rápido su identidad: el escritor Jaume Cabré, con gafas y su inconfundible bigote, es el nuevo miembro de la 'colla' de los Nans de Terrassa. Escritor de grandes novelas como 'Les veus del Pamano' o 'Jo confesso', él mismo ha estrechado la mano a su reproducción de cartón-piedra en el balcón del Ayuntamiento, entre carcajadas.

La fiesta se inauguraba en el corazón de la ciudad, mientras la Rambla se llenaba de gente suspirando por churros, tapas y 'crêpes' y la Plaça Vella acogía un año más la tradicional Ballada de Sardanes. El cielo aguantó y sólo unas pocas gotas se atrevieron a desafiar la gran fiesta del fuego, el Raval Infernal. El Drac estuvo esperando toda la tarde la ocasión de liberar su fuego junto a la Pàjara de Terrassa, fiel y serpenteante compañera, y los Diables de Terrassa. Una danza de luz, sonido y calor, alimentada por decenas de apasionados por el fuego disfrutando entre chispas y saltos.

Casi medianoche, remolinos de gente paseando por las calles más céntricas, de La Rasa al Vapor Gran, tratando de elegir entre música gospel, jazz, orquesta o los conciertos de Estúpida Erikah y Mishima. Ciudadanos de todas las edades lucieron con orgullo el pañuelo solidario de la fiesta, cuyos beneficios se destinan a El Rebost, el banco de alimentos de Terrassa. Ha empezado una Fiesta Mayor que conserva su esencia tradicional y se transforma en una movilización solidaria y multicultural.

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