Nadal debuta en el Abierto de EEUU en lucha con Istomin y su muñeca

"Molesta, pero molesta un poco menos cada día", dice el mallorquín de la dolencia que le impidió jugar Roland Garros y Wimbledon

Nadal, en un entrenamiento en el Abierto de EEUU.

Nadal, en un entrenamiento en el Abierto de EEUU. / periodico

IDOYA NOAÍN / NUEVA YORK

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Rafael Nadal debuta este lunes en el Abierto de Estados Unidos con un duelo con Denis Istomin, pero, sobre todo, se estrena en el último Grand Slam del año con un enfrentamiento consigo mismo, con los restos que ha dejado física y mentalmente la lesión de la muñeca izquierda que durante casi tres meses le alejó de las pistas. En la lucha contra el uzbeko, número 107 del mundo, el de Manacor tiene buenos antecedentes, pues le ha ganado en las cuatro ocasiones que se han enfrentado. En la que libra con su muñeca y su cabeza, lo que hay son buenas sensaciones.

Ya el viernes, en su primer encuentro con la prensa en Flushing Meadows, donde en 2010 y 2013 ganó dos de sus 14 grandes, Nadal aseguraba que se encuentra "un poco mejor". La muñeca izquierda "molesta, pero molesta un poco menos cada día". Y desde que llegó a Nueva York ha estado entrenando y trabajando para recuperar su derecha normal, ese golpe para el que instintivamente antes buscaba alternativas para intentar evitar el dolor.

LARGO TIEMPO PARADO

Esa es la línea que siguió cuando regresó en los JJOO de Río tras los dos meses y medio de ausencia desde Roland Garros, un tiempo en que no solo estuvo lejos de las pistas de juego sino también de las de entrenamiento. Y aunque, en Brasil primero, Juan Martín del Potro le imposibilitó luchar por su segundo oro olímpico individual y luego Kei Nishikori le dejó sin el bronce, Nadal tuvo su gran inyección de motivación al colgarse junto a su amigo Marc Lopez el oro de dobles.

La derrota ante Nishikori le dejó "hundido física y mentalmente" y todo el viaje brasileño le dejó "exhausto", algo que acusó luego en Cincinnati, donde cayó en tercera ronda frente al joven croata Borna Coric. Pero a Nueva York ha llegado con su hambre habitual y con la motivación especial que le dan los Grand Slam. Empieza la pelea.