Golpe de efecto Agassi

Djokovic decide ponerse en manos del exnúmero 1 mundial para remontar la crisis personal y de juego que arrastra desde que ganó en París

Djokovic, entrenando en París con Agassi detrás.

Djokovic, entrenando en París con Agassi detrás. / periodico

JAUME PUJOL-GALCERAN / BARCELONA

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Un físico indestructible. Un juego sin fisuras. Una superioridad aplastante. Una auténtica roca contra la que chocaban todos sus rivales. Pero, de golpe, justo tras ganar en Roland Garros, el grande que le faltaba, cuando apuntaba a otra temporada perfecta que podía acabar con ese Grand Slam que nadie ha conseguido desde que lo hiciera por última vez Rod Laver en 1969, Novak Djokovic perdió todos sus poderes y se deshizo como un azucarillo, cediendo uno tras otro sus títulos de Wimbledon, el Abierto de Estados Unidos, el Masters e incluso el número 1 a finales del 2016.

En esa caída, Djokovic optó por acabar su fructífera relación con Boris Becker. ¿El motivo? "Nuestros objetivos ya se han cumplido", dijo. "El tenis ya no es la máxima prioridad para 'Nole'", justificó el excampeón alemán. La crisis, según el entorno del tenista serbio, eran "problemas personales" que afectaban su estabilidad familiar. Desde ese momento el exnúmero 1 ha buscado reencontrarse. En ese trabajo ha estado el extenista español y mentor, Pepe Imaz, la persona que recuperó la estima de su hermano Marko cuando llegó destrozado a Marbella por sus fracasos en el circuito. Djokovic se instaló allí junto a su esposa Jelena, embarazada de su segundo hijo, para reencontrar la felicidad perdida aunque, en la pista, su juego está aún lejos de su mejor nivel. La situación llevó a despedir al entrenador de toda su vida, Marian Vajda, y el cuerpo técnico que le apoyaba.

ADMIRACIÓN POR ANDRE

Djokovic rompía así con las últimas cadenas, aunque el golpe de efecto llegó la pasada semana con la llamada a Andre Agassi. "Es una leyenda del tenis, un gigante. Ha ganado todo lo que se puede ganar y ha sido un jugador revolucionario por su carisma, además de ser una persona con unos valores familiares, filantrópicos y de educación que aportan mucho dentro y fuera de la pista", valoró Djokovic, que no ocultó su admiración por el exnúmero 1 estadounidense, de 47 años, ganador de ocho Grand Slam, con una vida tenística llena de altos y bajos.

Un tenista con problemas de drogas, divorcio, una caída al fondo del pozo por un positivo en 1997 que dio un giro a su vida, a los 29 años, para ganar Roland Garros y otros tres Grand Slam, así como transformar su "odio al tenis" de su primera época para reencontrar el amor por ese deporte de la mano de Steffi Graf, con quien lleva 15 años casado y ha tenido dos hijos, como explica en su autobiografía Open. "Tenía necesidad de una nueva fuente de inspiración, de trabajar con alguien que sabe exactamente quién soy y que puede ayudarme a afrontar mi situación fuera y dentro de la pista. Tengo un nuevo equipo y siento nuevas vibraciones", explicó el propio Djokovic en Roland Garros, donde el viernes realizó el primer entrenamiento con Agassi.

El estadounidense no tenía muy claro entrenar a Djokovic. Todo comenzó con una larga conversación telefónica con el tenista serbio. "En un primer momento le dije que no, pero mi mujer me dijo que quizás debería probar y así me convenció", ha explicado en París. "¿El problema de Djokovic? Si fuese físico, se vería. Debe ser algo emocional, mental, que solo él sabe. Creo que él es demasiado buen jugador como para no encontrar la solución", dijo Agassi en una entrevista reciente al periódico británico The Guardian, antes de conocerse su colaboración.

OTROS 'SUPERENTRENADORES'

Djokovic ya sabe qué es trabajar con un gran campeón. Al lado de Becker logró seis Grand Slam y 31 títulos. Con Agassi no solo busca relanzar su carrera deportiva sino encontrar sentido a su vida. "Una excelente elección", tuiteó Becker al conocer la noticia. El regreso de Agassi al circuito como superentrenador y consejero de lujo es un camino que abrió en el 2012 Ivan Lendl con Andy Murray y siguió Becker, Stefan Edberg con Roger Federer, Jimmy Connors con Andy Roddick, John McEnroe con Milos Raonic, y Michael Chang con Kei Nishikori, entre otros. Una moda a la que también se ha apuntado Rafael Nadal incorporando a Carlos Moyà esta temporada.

Pero el efecto no es igual para todos. De momento, el más efectivo ha sido Lendl. El exnúmero mundial ayudó a Murray a ganar sus primeros dos Grand Slam y una medalla de oro en Londres y, dos años después, volvió para dar un nuevo impulso a su carrera. El trabajo no pudo ser más efectivo. Murray ganó desde la incorporación de Lendl los títulos de Queen's, Wimbledon, Juegos Olímpicos de Río, Pekín, Shanghái, Viena, París y Masters para alcanzar el número 1 mundial. Lendl no ha seguido tras el éxito y Murray está desaparecido en combate este año, tras el tremendo esfuerzo.