El amor propio de Del Potro

JAUME PUJOL-GALCERAN

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En la soledad de un gimnasio. Un día lluvioso y gris. Corriendo sobre la cinta Juan Martin Del Potro hacía una confesión muy personal a través de un vídeo que mandó a sus amigos por WhatsApp. Faltaban pocos días para que debutara este año en el Abierto de Estados Unidos con una invitación del torneo.

Siete años antes, en un día muy distinto, se había proclamado campeón derrotando en la final al mismo Roger Federer. Entonces tenía 20 años y un futuro esplendoroso. Fue una victoria inesperada. La logró remontando dos sets, casi se la regalaron. Federer le estaba dando una paliza y se sentía tan bien sobre la pista que quiso lucirse más de la cuenta y abrió la puerta a la remontada de ese novato, de 1.98 metros, que pegaba su derecha como si fuera el mismo Carlos Monzón.

EL CALVARIO

Del Potro no imaginaba el calvario que se le avecinaba. En Nueva York tocó el cielo. Sucedió a Guillermo Vilas, el último y el único argentino hasta entonces en ganar el Abierto de Estados Unidos (1977) pero meses después el dolor se apoderó de su cuerpo. Sus muñecas no aguantaron el esfuerzo y tuvo que ser operado de la mano derecha. Estuvo una temporada sin jugar. No fue la última que pasaría en blanco. A esta intervención quirúrgica le siguieron otras tres en ambas muñecas, la última en junio del 2015. Cayó hasta el puesto 1.041 del mundo y pensó en la retirada definitiva.

Resistió. Y en ese vídeo se lo contaba a sus amigos y les decía lo difícil que era levantarse para ir a entrenar cada día, la soledad que sentía, aunque "el orgullo y el amor propio que siento es mucho más fuerte". El final de su mensaje era de ánimos: "Cada uno en lo que haga deje todo y, si sale bien, buenísimo y, si no, que se queden tranquilos, que lo dieron todo", les decía.

LA SALIDA DEL POZO

Del Potro siguió al pie de la letra su propio consejo para salir del fondo del pozo. Trabajo y más trabajo. Semana a semana, partido a partido. En Estocolmo, este octubre, ganó el primer título de su tercera vida tenística, antes eliminó a Novak Djokovic en los Juegos Olímpicos de Río y se colgó la medalla de plata. Fue semifinalista del Abierto de Estados Unidos y el último jugador en ganar a Andy Murray en un durísimo combate a cinco sets en las semifinales de la Copa Davis.

En esa competición recibió el mejor premio a su titánico esfuerzo. En la final en Zagreb le remontó dos sets a Marin Cilic y abrió la puerta para 'campeonar' con Argentina que perseguía la ensaladera después de perder las finales en 1981, 2006, 2008 y 2014. Del Potro lo dio todo y como les decía a sus amigos: "Buenísimo, salió bien". Se lo merecía.