ENTREVISTA

Maggie Civantos: "Sentí que se rompía algo dentro de mí si no conseguía el papel de Macarena"

La actriz malagueña es la protagonista de la serie carcelaria de A-3 'Vis a vis'

MAGGIE CIVANTOS VIS A VIS SERIE TV

MAGGIE CIVANTOS VIS A VIS SERIE TV / periodico

OLGA LERÍN

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La tenacidad ha sido una de las grandes aliadas de Maggie Civantos (Málaga, 1984), flamante protagonista de la serie de A-3 ‘Vis a vis’, aunque ella rehúsa hablar en estos términos y ensalza el trabajo en equipo (con todas las actrices comparte un Ondas). Su formación (estudió Arte Dramático) se remonta al teatro alternativo y, cual hormiguita, se ha ido haciendo un hueco en el mundillo de la interpretación. Ha tenido papeles en ‘Hospital Central’ (Tele 5) y  ‘Hospital Central’‘Bienvenidos al Lolita’entre otras, aunque la gran oportunidad le llegó con el personaje de Macarena Ferreiro, la ingenua muchacha entre rejas en Cruz del Sur. La actriz habló con 'Teletodo' sobre su trabajo y su carrera. 

Han iniciado la segunda temporada con un Ondas y dos galardones de la Unión de Actores. Los premios son mérito de todas las actrices. Si una de nosotras hubiese estado un poco floja, no hubiera sido lo mismo. Vis a vis es lo que es y ha tenido tan buena acogida de crítica y de público porque es un trabajo en equipo, donde todo el mundo se ha dejado la piel. Me siento muy orgullosa de todos. Siento que he tenido más trabajo y me ha caído más peso encima que a otras compañeras. Pero es muy gratificante mirar a tu compañera y contagiarte de lo que te está dando. En ‘Vis a vis’ tengo la suerte de alimentarme de lo que me dan las demás y aprender con ellas.

¿Considera que Macarena es el personaje de su vida? El personaje de mi vida es el que estoy haciendo aquí, ahora y en este momento. Obviamente, a Macarena le tengo mucho que agradecer por el éxito de la serie. Pero también a la productora y al proyecto, porque me está abriendo puertas. Eso es indiscutible.

¿Con esto quiere decir que la vamos a ver en muchos proyectos? En mucho teatro. Yo vengo de ahí. Estudié Arte Dramático y me formé en el teatro. Yo era de las que decía: "No, no, yo haré siempre teatro”. Pero cuando pruebas el audiovisual, es adictivo también. Aunque tengo diferentes sensaciones ante la cámara y en un escenario.

¿Cuáles? No sabría explicarlo. En el teatro siento más la soledad como actriz, el silencio, que escucho de manera metafórica. Y tú tienes el control de ese silencio. En el cine das lo mejor de ti, pero sabes que también mucha gente va a dar lo mejor de sí misma. No está todo en tu mano. En el teatro te sientes más responsable de todo y es bonito. Tienes más poder.

‘Vis a vis’ apostó desde el principio por caras poco conocidas. Es una opción valiente por parte de sus creadores. Desde que empecé, he mantenido una lucha, porque siempre me quedaba finalista en las pruebas. Me dejaban atrás porque competía con nombres conocidos. Y mi problema siempre ha sido ese: “Es que queremos un nombre”. Y la verdad es que eso pesa. Tú te preguntas el porqué. Un nombre se hace en dos días y la gente lo que quiere ver es un buen trabajo y creerse la historia. Muchas veces es positivo no conocer al actor. Agradezco mucha a la productora y a la cadena que confiaran en mí, porque por fin puedo tener una continuidad en un trabajo y crecer con el personaje como actriz.

¿Esta segunda temporada la afronta de manera diferente? Con más conciencia de lo que estamos haciendo y eso, a veces, es un problema, porque mi miedo lo he dejado a un lado. Es cierto que, al tener un parón muy largo de cinco meses, las primeras semanas me notaba un poco miedosa, porque se espera mucho de la serie y de nosotras. Y siento que ahora tenemos más responsabilidad y presión. La primera semana me venía esa cosa de decir: “Lo quiero hacer muy bien”. Y luego he luchado contra todo eso y pienso: “No, tengo que disfrutar, que se trata de eso”. Porque si yo disfuto, todo va a ser relajado y mi trabajo va a estar bien hecho. Es mi pauta. Es lo que me propuse en la primera temporada: olvidarme de la responsabilidad que tenía y disfrutar, porque no siempre tienes un papel protagonista en una serie maravillosa. Ahora me he querido grabar esto a fuego.

¿Macarena ha dejado de ser una joven ingenua y ha madurado? Sí, desde el primer capítulo. Pasan una serie de cosas al principio y ella debe reaccionar. En la primera temporada ocurrieron dos hechos muy duros para ella y se da cuenta de que tiene que sobrevivir a costa de lo que sea. Y tiene que protegerse a sí misma y a su familia, porque nadie lo va a hacer. Empieza a actuar, a tomar decisiones muy potentes.

¿Como vengarse de la muerte de su sobrina y de la pérdida de su propio hijo? Yo también pensé que iba a ir por ahí el personaje, pero conforme fueron llegando los capítulos me di cuenta de que el objetivo de ella está en sobrevivir y proteger a su familia. Es un instinto más de protección y de supervivencia que de venganza. Va a ser el motor de ella a lo largo de la temporada.

¿La relación con Rizos [Berta Vázquez] va a evolucionar? Sí, se está asentando. Para mí era una trama que no terminaba de cuajar, hasta que entiendes lo que pasa. Como actriz, juzgué mucho el hecho de que todo fuera muy rápido: una chica heterosexual, que viene de una escuela de Jesuitinas… Pero luego me di cuenta de que estando dentro de la cárcel tienes una serie de necesidades. Macarena es una mujer muy emocional, más que sensible o débil. Y le puede mucho el amor, todo lo que sean sentimientos. Y con Rizos realmente le mueve el amor, más que el sexo.

¿La tensión sexual no resuelta con Fabio [Roberto Enríquez] va a quedar aparcada? Esa también es una trama muy interesante, pero no puedo contarle nada, aunque lo estoy deseando (ríe). Fabio va a estar metido en una historia y yo voy a tener mucha vinculación con ella. Obviamente, seguimos jugando con la tensión sexual. Hay una química especial entre Macarena y Fabio. Junto con Rizos, es un triángulo maravilloso.

¿Qué es lo que más le fascina de Macarena? Que es muy luchadora, muy persistente. Y también que es una mujer empática y tiene buen corazón. Tiene mucha fuerza y me gusta la dualidad: la debilidad y la fuerza. Personalmente, yo también me siento muy identificada con ello.

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¿Tienen muchas similitudes? Soy muy opuesta, muy extrema. Aunque no me gusta juzgar y siempre miro las dos caras de la moneda, sí que es verdad que puedo ser muy dulce y muy dura. Me gusta alimentar de esto que tengo yo al personaje, porque creo que cabe en Macarena. Lo bonito de ella es la evolución, poder crecer con ella, ir hacia un lado mucho más oscuro y hacer el viaje juntas. Como actriz, es un regalazo. Se me hace muy dinámico. Yo hay días que me siento más sensible y otros, superdura. Ese sentimiento lo conozco y, entonces, puedo ir dosificándolo en el personaje.

¿Qué escenas le ha costado más rodar? ¿Las de sexo y violencia? No. La secuencia del último capítulo de la primera temporada, donde Macarena le decía a Zulema [Najwa Nimri], con todo el odio del mundo, que no quería saber nada de ella. Fue horrible. Al terminar, yo estaba cansadísima y agotada, porque gestionar la rabia y contenerla a mí me cansa mucho como actriz. Todos los personajes que he hecho han tenido mucha luz y entrar en el mundo más oscuro me ha supuesto un sobreesfuerzo, aunque estoy encantada de hacerlo, de investigarlo y de aprender dosificando la energía.

¿Por qué no ha querido entrar en contacto con personas del mundo penitenciario? Siempre he realizado trabajos de campo con todos los personajes que he hecho, pero aquí me he limitado simplemente a ver documentales para comprobar un poco si lo que estábamos contando era de verdad. Me di cuenta de que muchas cosas sí lo son y otras, no, partiendo de la base de que es totalmente una ficción. Pero para mi personaje no lo vi necesario: quería estar muy pura y sorprenderme por lo que me daba la cárcel en sí.

¿Es capaz de imaginarse una vida entre rejas? Sí, lo he pensado. Me he puesto en la piel muchas veces, pero no sé cuál sería mi actitud ante eso. Para mí, la libertad personal es fundamental: me tengo que sentir libre para decir y hacer y, sobre todo, ser. Creo que estamos muy manipulados por la sociedad, los políticos, nuestros padres, la educación… Y yo intento ser muy libre en ese sentido y despojarme de todo eso y escuchar lo que realmente quiero ser o soy.

¿Y mataría por algo? Por un buen papel, aunque eso es un clásico. Amo mi trabajo. Y también por una buena historia de amor, pero para mí muchas veces un personaje es una buena historia de amor (ríe). Me apasiona lo que hago y soy muy afortunada de ser actriz y sentir ese amor por el trabajo. Espero que nunca se me pase esta fiebre de la interpretación, porque es maravillosa.

Tuvo muy claro que el papel de Macarena era para usted desde el momento que leyó el guion. Desde la primera prueba, y no sé por qué. Es cierto que otras veces me había visto en un personaje, pero había quedado finalista. Contaba con que aquí podía pasar, pero sí que es verdad que esta vez fue un empecinamiento. Me dije: “Es que si no me lo dan, se van a equivocar” (ríe). Sentía que yo respiraba Macarena y que me estaban quitando algo, aunque lo podría haber hecho alguna otra actriz superbien. Hice hasta cuatro pruebas y en la última, desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde, sentí que a Macarena la entendía perfectamente, por algo intuitivo.

Y esa vez sonó la flauta… Preparé mucho las pruebas y estaba muy focalizada en ir a por ello. Sentía que no me podía pasar una vez más, que se rompía algo dentro de mí si no conseguía este papel. Llevaba un tiempo que no me salía nada. Y me dije: “Me doy unos meses y si no, me voy un año a viajar”. Tomé esta decisión en septiembre. Hablé con la compañía de teatro y me fui despidiendo de todos. En diciembre empecé a hacer las pruebas. Cuando me llamaron en enero, mi vida dio un giro. El destino me dijo: “Vas a ir de viaje, pero lo vas a hacer con un personaje”.

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Con usted viaja siempre una muñeca, Luna. ¿Quiere eso decir que es supersticiosa? Intento desprenderme de ello, porque no me gusta depender de nada, pero un poco sí (ríe). Mi padre vive en México y hace unos años le comenté que hay unos muñequitos, que pones debajo de la almohada, que traen suerte. Mi padre no entendió nada y me trajo una elfa, que es más grande. Y esta es Luna: representa la intuición. A mí me gusta dejarme llevar por esa intuición y jugar con esa dualidad de la intuición y la razón. Creo que ahí está el equilibrio.

¿Y el colibrí que usted muestra tatuado en la nuca tiene algo que ver con el canario que sale en la cabecera de ‘Vis a vis’? Es una casualidad. Estoy luchando para ver si Macarena se lo tatúa esta temporada, porque está muy relacionado. Cuando leí el primer capítulo pensé que ella tenía la misma vinculación con su canario que la que yo tengo con el colibrí. Un ave significa libertad y sería bonito que a Macarena en algún momento le tatuasen un pájaro para que no se olvide de lo importante que es sentirse libre y luchar por la libertad que ella cree que le corresponde. En Chiapas el colibrí es muy importante. Lo disecan y lo utilizan como amuleto para atraer el amor. Me pareció bonito. El mundo lo mueven el amor, el miedo y el poder.

¿Le gustaría enfocar su carrera hacia la televisión? Si la tele es ‘Vis a vis’, sí. Quiero decir, que si son buenos proyectos, sí, porque quiero trabajar como actriz y estar involucrada en buenas historias y buenos personajes.

¿Sigue practicando boxeo? Sí, y a lo mejor esta temporada mi personaje juega a eso. Empecé a practicarlo hace tres años, pero lo dejé y lo he retomado ahora. Hay un nuevo decorado que es un gimnasio. En algún momento espero que Macarena boxee bien.