LA ESPECTACULAR EVOLUCIÓN DE LA TECNOLOGÍA APLICADA A LA TELEVISIÓN

El tercer ojo de los pilotos

La cámaras 'on board', ideadas por el Mundial de motociclismo, cumplen 30 años

Randy Mamola

Randy Mamola

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / Assen

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nadie duda de que las carreras del Mundial de motociclismo son el deporte visualmente más espectacular y vibrante que existe. No solo por el atractivo que supone ver a los pilotos a altísimas velocidades, acariciando el asfalto a más de 250 kilómetros por hora, sino también por las escalofriantes imágenes que ofrece su agresivo pilotaje y la plasticidad plasmada en la pantalla, gracias a la calidad de la alta definición (HD) y, cómo no, a los múltiples encuadres que captan las lentes instaladas en los lugares más increíbles de las motos.

Todo empezó hace 30 años en Assen, la catedral del motociclismo. El primer experimento se produjo en el Gran Premio de Holanda de 1985, cuando los técnicos instalaron una cámara on board en la Honda del estadounidense Randy Mamola. Aquel complejo y aparatoso equipo, que pesaba tres kilos (los actuales superan ligeramente el kilo y medio), obligó a la escuderia del cuatro veces subcampeón del mundo de 500cc a prescindir de dos litros de combustible en su depósito, pues hubo que hacerle un hueco al llamado compartimente secreto, en el que debía acomodarse el procesador electrónico, la batería y el transmisor.

Lo más curioso y divertido fue que aquel sábado llovió, como casi siempre, en Assen. Y Mamola, Superman en mojado, se escapó nada más apagarse el semáforo y la mágica cámara, que fue un éxito, solo pudo ofrecer imágenes de lo que Randy tenía delante, es decir, asfalto, circuito, curvas. Quince días después, en Spa (Bélgica), Mamola se estrelló en la primera vuelta del GP de Bélgica y su equipo decidió dar por acabado el experimento. Eso sí, aquella fantástica, novedosa y atractiva imagen hizo que Bernie Ecclestone, ya entones amo de la F-1, llamase desde su mansión de Londres al mago británico David Earl, creador de aquel hechizo tecnológico y visual, para pedirle, exigirle y comprarle la idea. Pese a todo, la F-1 tardó aún cuatro meses en contar con su primera on board.

Espectacular evolución

Es evidente, tal y como queda reflejado en las imágenes que ilustran esta información, que la evolución del lente on board ha estado supeditado, no solo a la reducción del tamaño de la cámara y a la sofisticación de su equipo, sino también a los sistemas de transmisión. En este sentido, hay fechas primordiales, vitales, excepcionales en el desarrollo de esta portentosa tecnología. Por ejemplo, 1998, cuando fabricantes y organización del Mundial decidieron que las cámaras on board formaban parte del diseño, creación y fabricación de las motos de carreras, lo que obligó a sus ingenieros a pensar cómo y dónde ubicar, no solo las lentes, sino también los equipos de transmisión.

Otro año clave: 1999. En ese momento, Carmelo Ezpeleta y Manel Arroyo, máximos responsables de Dorna, deciden que su compañía se haga con las riendas del proyecto, invirtiendo en investigación y desarrollo de las cámaras que convertirán sus retransmisiones televisivas en algo único en el mundo del deporte. Más: 2002. Las fábricas fuerzan a una miniaturización de las cámaras, bajo la excusa de que «si nosotros trabajamos en la dirección de hacer motos más ligeras y pequeñas, vosotros debéis ayudarnos con vuestros equipos». Nuevo paso: 2007. Se pasa de la conexión, complicadísima (sobre todo en días de lluvia y niebla), a través del helicóptero, que hace de repetidor a las antenas terrestres.

Y, ya en el 2010, la imagen prodigiosa del piloto lamiendo el asfalto, sacando piernas, rozando con el codo, la rodilla y el trasero, se le añade la telemetría de la moto. Y, como colofón, insisto, aún no alcanzado por la F-1, arrancan las emisiones en alta calidad (HD).