Entrevista

«Tarancón me cautivó desde que le conocí»

El actor José Sancho caracterizado como cardenal Tarancón, en la serie.

El actor José Sancho caracterizado como cardenal Tarancón, en la serie.

JUAN CARLOS ROSADO
MADRID

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-Imagine que está ante un auditorio de veinteañeros. ¿Puede explicarles quién fue el cardenal Tarancón?

-Depende en qué comunidad autónoma estemos, porque en cada una les cuentan las cosas de una forma o de otra en función de lo que les convenga (sonríe). Les diría que este señor pertenecía a la Iglesia que hizo la guerra civil a favor de Franco. Luego fue cardenal y consejero de Estado y se convirtió en uno de los personajes más poderosos de España. Sin embargo, se enfrentó a Franco y se opuso a la dictadura.

-¿Cree que con eso se interesarían por conocer los detalles de su vida?

-Es que también les contaría que el Papa llegó a ofrecerle la excomunión de un Gobierno, como el franquista, que se autoproclamaba legitimado «por la gracia de Dios». Les pondría imágenes de cuando Franco, para quitárselo de encima, le mandó a la pequeña diócesis de Solsona en plena posguerra y le tuvo allí castigado 16 años. Tarancón logró sobrevivir al enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado franquista: se jubiló sin gloria y sin tener un céntimo, pero con la satisfacción de haber colaborado a que los españoles no tuviéramos otra guerra.

-¿Qué influencia tuvo su figura en el desarrollo de la transición?

-Mucha. La gente de mi generación estábamos deseando que llegase la democracia. Los que habíamos estudiado con curas, teníamos muchas reticencias hacia ellos. La figura de Tarancón fue agrandándose, poco a poco, a medida que se iba distanciando de ese cerco mental a que la Iglesia nos sometía, con aquellas amenazas por pecar de pensamiento, palabra, obra u omisión.

-¿Veían en él un cura diferente?

-A medida que fue adquiriendo poder en la Iglesia, nos ayudó a convencernos de que no todos los sacerdotes eran así. Manuel Vicent escribió que era tan católico como demócrata: le gustaba tanto rezarle a la Virgen como fumarse un puro con sus paisanos. Por eso fue siempre mal visto por las fuerzas del orden.

-¿Qué imagen tenía usted de él en aquellos años 70?

-Tuve la suerte de hablar con él dos veces cuando era ya presidente de la Conferencia Episcopal. Era muy de su tierra y le gustaba mucho hablar en valenciano. Recuerdo que un grupo de gente de la cultura tuvimos un encuentro con él y alguien le dijo que yo era también valenciano. Entonces se puso a hablar conmigo en nuestra lengua. Era la primera vez que veía a alguien con sotana que me hablaba muy de tú a tú, y no como aquellos sacerdotes obreros que lo hacían con cierta condescendencia, como queriendo decirte para que les comprendieras: «Yo es que soy cura, pero creo que es una opresión». Tarancón no era así: era muy comunicativo y te acababas olvidando de que era un cardenal.

-Parece que quedó prendado...

-La verdad es que me impresionó tanto que me cautivó. Yo estudié con los capuchinos y acabé odiándoles, porque me obligaban a jurar que sería fraile para no pagar el bachiller. Desde que conocí a Tarancón, empecé a pensar que era un personaje muy interesante para llevarlo al cine o a la televisión. ¡Quién me iba a decir que, casi 40 años después, se lo iba a proponer a TVE y a Canal 9 e iban a aprobarme este proyecto!

-¿Tarancón fue un cura rojo?

-No. De hecho, cuando Felipe González y Alfonso Guerra le llamaron una vez así, con complicidad, les rectificó: «Lamento confundiros, pero no soy partidario de los rojos ni de los azules: si creéis que soy vuestro, entonces no sería de los demás».

-¿Cómo vendería este telefilme?

-Con una simple frase que resume todo: puedes ser absolutamente ateo, pero como película te va a interesar y a entretener.