tú y yo somos tres

El sugestivo voto del frontis

FERRAN MONEGAL

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Nos ha gustado mucho en casa la iniciativa que ahora impulsa la acreditada actriz porno María Lapiedra, nostrada criatura de la terra ferma. Ha decidido montar un partido, el Partido del Deseo, y aspira a ser alcaldesa de Les Borges Blanques. El programa Conexión Samanta, de la cadena Cuatro, le ha dedicado a María un cumplido reportaje, y acompañada por Samanta Villar hemos visto la estrategia que ha ideado para captar firmas y votos en Les Borges. El sistema consiste en pasearse ella por las calles y las plazas de este municipio leridano, ataviada con modelitos muy sugerentes, y aborda a los vecinos que circulan y les plantea directamente, con mucha simpatía y educación, el tema de su partido y de su intención de ser alcaldesa. Y como gancho preelectoral, añade la señora Lapiedra un plus notablemente ingenioso. Les dice: «Si me da la firma, y el voto, le enseño las tetas». ¡Ah! Por lo que hemos visto en la tele, su éxito ha sido apoteósico. No hay voto que se le resista cuando descubre su frontis. Hombre, la estrategia es muy buena. Dado que Les Borges es un prestigioso municipio olivarero, verdadera capital mundial de la aceituna, agrada a los ciudadanos borgenses que la aspirante a alcaldesa presente como credenciales, y como razón de peso, su rotundo frontis olivarero. ¡Ah! No sabemos si han visto este programa nuestros admirados Trias y Hereu. Alguien debería mandarles una copia. Aunque en su caso enseñar el frontis no tiene punch, ni gancho, ni razón de ser, cabe sacar de esta estrategia de María Lapiedra alguna enseñanza provechosa.

LOS CALLOS DE LA SRA. RIUS -. En vista de este globo sonda que ha lanzado el Gobierno, cuestionando los anuncios de prostitución en la prensa, Josep Cuní invitó ayer en sus Matins (TV-3) a la prestigiosa madame catalana, la famosa señora Rius. Hizo la dama una inteligente defensa de esta publicidad exigiendo, eso sí, buen gusto y delicadeza en los mensajes y en la construcción de las frases. No obstante, lo más bonito del encuentro matinal fue cuando ella contó que en su local no solo dan un servicio de sexo delicado, y de compañía sincera, sino que también obsequia a sus clientes con bocadillos. Y concretó: «El otro día, sin ir más lejos, hice cuatro kilos de callos, y algún cliente hasta se los llevó en un tupperware». ¡Ah! Quedó maravillado Cuní cuando escuchó lo de los callos y el tupperware. Yo también.