ENTREVISTA

Sílvia Abril: "Los 40 años son simbólicos, una cifra, un número mas"

La cómica catalana despide la primera temporada de '39+1' en TV-3

SÍLVIA ABRIL

SÍLVIA ABRIL / periodico

OLGA LERÍN / Barcelona

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Sílvia Abril (Mataró, 1971) es la mujer de las mil facetas. Aunque sus inicios se remontan al teatro, empezó a ser un rostro popular gracias a la pequeña pantalla. Los títulos se agolpan en su carrera, en la que destacan 'Homo zapping', 'La escobilla nacional', 'Caiga quien caiga' o las diversas apuestas de Andreu Buenafuente, su compañero sentimental. ¿Quién no recuerda a aquella chiquilla de pelo grasiento y bigote que atendía al nombre de 'La niña de Shrek' o a una de las coristas del eurovisivo Chikilicuatre? La cómica no lo dudó ni un segundo cuando le propusieron interpretar a Vilma en la serie de TV-3 '39+1', que toca a su fin.

-¿Se identifica con Vilma? 

-En Vilma hay algo de Sílvia: esa parte más gamberra y atrevida, el hecho de que ella le vea el lado divertido a las cosas y se lo tire todo a la espalda, al contrario que Ília (Agnès Busquets), que le da mucha importancia. Para mí no hay nada tan importante nunca.

-¿Y en qué no se reconoce usted? 

-Sílvia no es tan atrevida como ella, que tiene una relación de pareja muy abierta y es capaz de irse con otro hombre. Sílvia no, es mucho más fiel y está a años luz de Vilma. El enfoque de la vida en pareja es una gran diferencia.

-¿Ha leído el libro de Sílvia Soler en el que se basa la serie? 

-Confieso que lo empecé, pero no lo acabé. Cuando salió, en el 2005, hubo un enfermo en casa y me tuve que dedicar plenamente a esa persona. No lo pude acabar. Y tampoco lo he hecho ahora. Sílvia me matará, pero es que con mi hija Joana no tengo tiempo de leer. Cuando me meto en la cama, caigo muerta.

-¿No estará entrando en la crisis de los 40? 

-No, para mí no es una crisis, sino el inicio de una segunda juventud. No me considero ni muy madura. El nacimiento de mi hija ha sido una ventana abierta por la que ha entrado una corriente de aire fresquísima. Fui muy feliz de llegar a los 40 de la manera como lo hice.

-¿Y qué le diria a alguien que se siente como Ília? 

-Que los 40 dependen mucho del carácter de la persona. Pueden ser como los 50, los 60... Todo depende del enfoque que le des a la vida. Para mí, los 40 son simbólicos, es una cifra, un número más, no tiene nada que ver con una ruptura. Sí que es verdad que hay un punto en el que las mujeres sufrimos el envejecimiento de la piel, y no te sientes tan ágil ni tan guapa, pero la vida tiene esto. Envejecer es esto, pero también otras muchas cosas buenas…

-¿El director de '39+1', Enrich Folch, le pidió que se contuviera? 

-No, la contención me la autoexigí yo. Sí que es verdad que hablamos de ello, pero no porque yo fuera Sílvia Abril y me debiera contener, sino porque el lenguaje y el grado de comedia de la serie lo requerían. Hubo una autoimposición, aunque después nos dimos cuenta de que esta contención me hacía estar muy rígida en el plató y empezamos a trabajar para quitarla, porque Vilma, en definitiva, debe estar suelta y ser explosiva. Desde la contención máxima hemos estado trabajando la liberación.

-¿Ha puesto un poco de cosecha propia? 

-Me estoy dejando aquella chispa, broma y puntilla que siempre aplico como Sílvia a la vida.

-¿Cree que existen muchas Vilma en la vida real? 

-Sí, hay muchas,y muchas Ília y muchas Bet (Marta Torné). Como el mundo está lleno de seres humanos con sus propias características, hay muchas coincidencias.

-¿El catalán le ha supuesto un sobreesfuerzo? 

-No, hablo catalán en casa y es mi lengua materna. Pero a veces me tropiezo en algún diálogo. Sí que es verdad que nuestra lingüista, Mireia, nos da manga ancha teniendo en cuenta que hay un catalán que se habla en la calle y ella está ahí para que sea correcto. Pero a veces no es necesario hacer construcciones muy complicadas, y si puedes suprimir un pronombre para que la frase suene más coloquial, ella nos compra la idea, siempre que esté bien dicha, claro.

-¿Se deduce que su balance es positivo entonces? 

-Es un regalo caído del cielo. Encantada es poco, se queda corto, porque estoy trabajando en casa y duermo en mi cama cada día. Yo siempre estaba en Madrid. Cuando nació Joana, pasaron a ser prioridades estar en casa y un objetivo: trabajar en Barcelona. Es perfecto.

-¿La manera de trabajar en Madrid y Catalunya es muy diferente para los actores? 

-Yo no puedo hablar, porque la telecomedia que hago en Madrid, La que se avecina, es una astracanada.

-Dicen que los catalanes somos muy estructurados. 

-La única diferencia que veo es que aquí somos unas hormigas y muy organizados. No lo he visto en ningún otro sitio. La organización de la serie es impecable: 15 días antes ya sabes cuándo trabajarás. Madrid es mucho más caótico. Aquí te hacen la vida mucho más fácil. A mí me gusta estudiar con antelación y que cuando llegue el día de la secuencia, todo me suene.

-Dos cómicos, usted y Buenafuente, que son pareja. Deben abundar las risas en casa... 

-No, hay normalidad absoluta. Sí que es verdad que ambos aplicamos mucho el humor en la vida, aunque yo más que él. Pero es que tampoco tengo una empresa detrás. Es un momento muy difícil para los empresarios, y Andreu lo es. Los problemas del día a día a veces le hacen perder el punto de chispa, que se lo reserva para el programa. Pero Joana es una válvula de escape.

-¿Cómo tolera las críticas de Andreu? 

-De manera muy positiva. Me gusta mucho el criterio que tiene. Ahora me ha dicho que no me pase, que trabaje la contención. Es su consejo. Es muy buen director, sabe dar mucho juego y dirigir a los actores. Por tanto, yo le escucho siempre, aunque a veces no esté de acuerdo.

-¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado? 

-Siempre me ha guiado muy bien. Es muy intuitivo, y la intuición no le falla nunca. A veces me ha dicho: «Sílvia, creo que esto lo tienes que coger». Y le contesto, por ejemplo: «Es que está muy mal pagado». E insiste: «Sílvia, el dinero no lo es todo. Coge este proyecto. Te interesa». Y siempre tiene razón.

-¿Incluso en los fracasos, como el programa de Cuatro 'Frikileaks'? 

-Siempre saca algo positivo. «¿Y lo que has aprendido y los compañeros que has hecho?», me dice. Todos tenemos fracasos en nuestra vida y se debe convivir con ello. Y yo convivo muy bien. Le doy la importancia justa a las cosas y no hago un drama ante el fracaso, porque si no no levantaríamos cabeza. En casa he impuesto una norma: cuando Joana se cae, no se grita ni hay alarma. Comprobamos si se ha hecho daño y entonces reaccionamos. Ella misma lo ve y grita al segundo. Entonces saltan las alarmas y vamos a la nevera a por el árnica.