EL PEOR PROGRAMA DEL MUNDO

Un 'show' con mil millones de telespectadores críticos

La televisión china celebra su año nuevo con un maratoniano macroespectáculo muy vituperado por su cursilería y descarada propaganda política

television especial a o nuevo chino

television especial a o nuevo chino / periodico

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

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Los chinos ven su gala televisiva de año nuevo como nosotros escuchamos a nuestro político más odiado. Así es el programa más seguido y criticado del mundo. Lo primero lo certifican los datos de la CCTV, la televisión pública: una audiencia de 690 millones, que sube a los 1.030 millones tras sumar los que la vieron por internet. Son casi 10 veces más que los 111,9 millones de la reciente Super Bowl estadounidenseSuper Bowl . Lo segundo requiere un vistazo a las redes sociales: no encontrarán una alabanza. La televisión hubo de cancelar su cuenta de Weibo (el twitter chino) para frenar el aluvión de chanzas.

La gala televisiva está tan arraigada en las celebraciones del año nuevo chino como las empanadillas que la familia cocina y come unida, el licor de arroz o los fuegos artificiales. Se emitió por primera vez en 1983, poco después de que Deng Xiaoping decretase la apertura y cuando los televisores empezaban a integrar el mobiliario. La liturgia exige sufrir sus más de cuatro horas y vituperarla al día siguiente, lo que ya se conoce como un deporte nacional. Era habitual que los chinos lamentasen haber visto la misma gala durante décadas. Esta vez fue diferente: hay quórum en que fue la peor de la Historia.

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La razón es el exceso de propaganda. No escaseó en las anteriores, pero en esta se han alcanzado cimas nunca holladas por el Partido Comunista de China. El presidente Xi Jinping les debió parecer a muchos otro miembro de la familia sumado al banquete: Igual aparecía con líderes internacionales que con el pueblo llano. Se recordaron sus "valores nucleares socialistas" y sus "Cuatro Directrices". Se interpretaron canciones como 'Una vida próspera' y 'No habrá una nueva China sin el Partido Comunista' y esforzados números humorísticos sobre su campaña contra la corrupción. Hubo un pequeño desfile militar sobre el escenario. La propaganda, tan pedestre como ubicua, les hizo preguntarse a muchos si estaban en Corea del Norte.

Wang Jianlin, el lenguaraz heredero de la mayor fortuna china, aseguró que verla requería el aderezo pertinente: el pin del partido y la bufanda roja. Yu Guoming, profesor de periodismo, preguntó si podía alegar "lesión laboral" tras finalizar. "Aburrida hasta el máximo, no se han olvidado de lavarnos el cerebro ni un solo minuto", juzgó un internauta. Las reacciones muestran una sociedad crítica, dinámica y opuesta al frecuente estereotipo occidental que la presenta como una masa uniforme movida a impulsos gubernamentales.

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Después de dos días sólo consta un entusiasta de la gala televisiva. Es su director. "Le doy 100 puntos. Creo que fue muy satisfactoria. Escucharemos las buenas sugerencias e ignoraremos las malas", ha dicho Lv Yitao, probablemente el tipo más vituperado estos días del país.

La gala es un mastodonte de números artísticos y humorísticos que exige seis meses de preparación. Este año ofreció legiones de niños bailando, canciones provenientes de yurtas mongolas y una coreografía con 540 robots sobrevolados por drones entre sus 39 actuaciones.

Del magma propagandístico emergía otros años algún cómico prometedor o alguna cantante interesante. En las galas de Año Nuevo cimentó su reputación de vibrante soprano Peng Liyuan, la actual primera dama. El veredicto es unánime: no hubo nada rescatable en esta. Existe el convencimiento de que el título de peor gala de la historia sólo lo conservará un año.

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