tú y yo somos tres

Piratas de vodevil

FERRAN MONEGAL

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Han terminado como comenzaron: con Pilar Rubio quitándose la blusa. Se estrenaron hace ocho semanas con ella desnudita, sumergida en el agua fresca de una laguna; y han concluido con ella recalentándose en el catre de su camarote, también descabalgándose la ropa de medio cuerpo para arriba -púdicamente, eso sí-y esperando la visita del travieso Óscar Jaenada. ¡Ah! Estos Piratas de Tele 5, más que unas aventuras en busca de un tesoro, han sido un juego de posturitas, protagonizadas por los dos grandes personajes de esta comedieta: Carmen Bocanegra y Álvaro Mondego. Y lo más curioso es que sin tener Pilar Rubio ni la más mínima idea de interpretación, ni haber adquirido el suficiente adiestramiento como actriz, no se ha notado en absoluto. Una maravilla fruto del planteamiento de estas aventuras: astracanada en estado puro. A nosotros, en casa, este disparate cómico nos ha entretenido. Y nos ha gustado el final que han construido: todos desparramados por el pasillo, entrando y saliendo de los camarotes en camisolas de dormir, como en las típicas comedias de enredo, teatro de boulevard, o espuma de vodevil. Toda esa martingala, sumergida en un supuesto barco pirata del siglo XVIII, es risible. Y lo han conseguido al cien por cien: nos tirábamos por el suelo de risa.

RESIDUALES.- Se cumplió ayer un año de la poda y esquilmación del Estatut por parte de los jardineros con tijeras del Tribunal Constitucional. Y para glosar efeméride tan triste, el programa Divendres (TV-3) convocó a Jordi Pujol. ¡Ah! El honorable expresident habla ahora con una desinhibición muy útil. Se nota que está en una dimensión desde la que se puede permitir ciertos lujos. Dijo de entrada, señalando hacia Madrid: «De esta gente no nos podemos fiar». Y contó al respecto dos anécdotas vividas. Una: «Una vez, José Bono me dijo: la solidaridad solo hay que aplicarla con los bienes ajenos». Y dos: «En cierta ocasión le conté a Manuel Fraga una gran injusticia que se estaba cometiendo con Catalunya, y me contestó: tiene razón, pero a nosotros ya nos va bien así. Y punto». Tremendo anecdotario, sí. Pero quizá la opinión, en forma de confesión, mas iridiscente que oímos fue cuando Pujol, reconcentrándose en sí mismo, dijo: «En 80 años de vida jamás perseguí la independencia. Pero ahora que tengo 81 digo: ¡mejor independientes que residuales!». ¡Ah! Notable iluminación, a los 81.