La TELE

El país que lloró con Marco

No hacían falta audímetros en 1977 para saber qué veían los hogares de España. El poder ubicuo de los dos únicos canales permitía a la tele construir el relato sentimental de la población. Espacios como 'La Clave', 'Un, dos, tres' y 'El hombre y la Tierra' forman parte de la memoria televisiva de todos.

2012. Puyal, radiofonista convertido ya en legendario, con el premio Català de l'Any.

2012. Puyal, radiofonista convertido ya en legendario, con el premio Català de l'Any. / periodico

JUAN FERNÁNDEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El 15 de junio de 1977 no solo fue una fecha histórica para la memoria democrática del país. También supuso un hito para la tele: fue el primer día en que hubo programas durante 24 horas seguidas. La cita lo requería: había que mantener al país excitado ante la trascendental convocatoria y de esta misión se encargaron los Avances Informativosque, hora a hora y desde las nueve de la mañana, iban tomándole el pulso a la jornada electoral. A las tres, como cada tarde, Lalo Azcona presentó la primera edición delTelediario, que ese día giró alrededor de las elecciones, y lo propio hizo Eduardo Sotillos a las nueve de la noche.

El plato fuerte llegó con el recuento de votos. A falta de sondeos a pie de urna, los responsables de RTVE, que entonces dirigía Rafael Ansón, optaron por una apuesta segura:Esta noche¿ fiesta, uno de los espacios de mayor éxito, cambió su día de emisión del martes al miércoles para ofrecer un programa especial de cinco horas. Las actuaciones de Julio Iglesias, Manolo Escobar, Albert Hammond, Pepe da Rosa y Susana Estrada, entre otros, las fue salpicando José María Íñigo con intervenciones del ministro de Gobernación, Rodolfo Martín Villa, dando cuenta de los resultados electorales.

Masivo consumo televisivo

El poder omnipresente de aquella tele la convertía en un instrumento infalible para guiar los pasos del país. Los dos únicos canales y el masivo consumo televisivo en la mayoría de los hogares permitían a lacaja tontaescribir el relato histórico y emocional de toda la población. Pocos sabrían decir hoy qué hacían el 19 de noviembre de 1977, pero seguro que la mayoría es capaz de situar en su memoria el momento en el que Marco, protagonista de la serie de dibujos animados, encontró a su madre, hito televisivo y sentimental ocurrido aquella tarde de otoño.

Con una disciplina solo comparable a su entusiasmo, el país al completo daba cuenta de una programación que marcaba los tempos del día a día con la precisión de una marcha militar. Sabías que era lunes porqueLos hombres de Harrelsonsalían a las 22.30 de su furgón, igual que el domingo le tocaba cabalgar aCurro Jiménezpor la noche y a los carromatos deLa casa de la pradera por la tarde, y el viernes era imperdonable perderse la voz dramática de Félix Rodríguez de la Fuente narrandoEl hombre y la Tierray las sorpresas que sacaba de los sobres Kiko Ledgard en Un, dos tres...Era un país entero mirando una misma televisión.

España estrenaba reglas de convivencia, pero a aquel país menor de edad en lo democrático, la tele supo tratarlo como adulto. Hoy serían impensables los elevados debates que organizaba José Luis Balbín enLa clave cada viernes por la noche en el UHF, o las profundas entrevistas de Joaquín Soler Serrano enA fondoa figuras como Salvador Dalí, Ernesto Sábato, Bernardo Bertolucci o Josep Plá, algunas de las cuales duraban una hora y media.

De aquella parrilla solo resisten Informe Semanal, dirigido en 1977 por Pedro Erquicia y presentado Rosa María Mateo, y el Telediario.Comparar la tele de ahora con la de entonces obliga a ser imaginativos. Isabel Tenaille y suGenteeran, salvadas las distancias, la Anne Igartiburu y suCorazón del momento; el teniente Colombo se mostraba tan enigmático como hoy el doctor House; la Moviola era los lunes, porque el domingo no daba tiempo a editar la repetición de las jugadas polémicas de los partidos; y de reírse de sí misma se encargaba la propia tele conVivir para ver, de Alfredo Amestoy, y625 líneas, donde Tip y Coll ejercían de bufones oficiales del país. Impensable entonces un concurso de llamadas en la madrugada: cada noche, a las 23.30, tocaba himno, ondear de la bandera yDespedida y cierre.Y el país entero, obediente, se iba a dormir.