tú y yo somos tres

Marca España en taparrabos

FERRAN MONEGAL

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Nada más comenzar la nueva temporada dePerdidos en la ciudad (Cuatro), se ha producido un suceso triste y doloroso. Cuando el cabeza de familia de losNavarroviajó a la tribu de los suri (Etiopía) para llevárselos a Sevilla, preguntó por aquel indígena tan simpático que se había enamorado de su hija, el joven guerreroOlekoro. Y al escuchar que había sido asesinado por una tribu enemiga, el llanto del señorNavarro, su tristeza, su dolor, nos impactaron. A pesar de este luctuoso suceso, hemos visto en la tribu de los suri otro momento muy hermoso y divertido que nos ha compensado. Fue cuando descubrimos que aquella muñequitamanola, con traje defaralaes, que losNavarroofrecieron como regalo a los indígenas durante su estancia en la tribu, en la anterior temporada, se ha convertido en una diosa muy respetada. Decía un anciano indígena, mirando a lamanolacon absoluta veneración:«La última estación ha sido la más próspera que se recuerda en el poblado. Los campos están muy verdes. El ganado está más hermoso y sano que nunca»; o sea, que este anciano cree que lamanolaconfaralaeses una diosa que tiene poderes sobrenaturales y les ha llevado abundancia en la cosecha y la salud en el ganado. ¡Ahh! Suponemos que este lance habrá gustado mucho al Gobierno central. La muñequita, entendida como marca España, resulta que es sinónimo de prosperidad en alguna parte del globo terráqueo, aunque sea en una primitiva tribu del cuerno de África. Hombre, es noticia. Ahora que los suri están aquí, el presidenteRajoy debería agasajarles. Una recepción en la Moncloa, todos en taparrabos, sería lo adecuado.

LA CAVERNA CONTRA ALICIA .-Hay excitación, y júbilo desbordado, en la cavernaEl gato al agua (Intereconomía TV). La propuesta deapartheiddel idioma catalán que impulsa el ministroWert les ha llenado de felicidad. Pero están muy cabreados conAlicia Sánchez-Camacho. Consideran que está siendo tibia y no apoya con el suficiente entusiasmo el genocidio lingüístico queWertestá planificando. Decían la madrugada de ayer, muy enfadados: «Debería partirse el pecho defendiendo esta ley, y no lo hace (...) ¡Es una pusilánime!». ¡Ah! Qué amargura la que debe estar sintiendoAlicia. Ella, que tantas veces, y con tanta alegría, ha participado enEl gato..., ahora resulta que sus propios compañeros de plató la llaman cobarde. Qué ingratos.