tú y yo somos tres

En lugar de fútbol, chapas

FERRAN MONEGAL

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Otra portentosa sesión la que nos acaba de ofrecer el canal Esport 3, concretamente el programaEfectivament. Al igual que la semana pasada, la noche del pasado miércoles también llenaron los 90 minutos que duró el encuentro Barça-Madrid a base de enseñarnos lo bien que se lo pasaban ellos,Lluís Canuty sutroupede colaboradores, viendo el partido. Un partido que nosotros no veíamos porque,efectivament, lo daba Canal+. Y para rizar más el rizo del surrealismo televisivo, colocaron al virtuosomíster Jorge d'Alessandroen una pizarrita aledaña y allí, moviendo chapas con la cara de los jugadores, nos iba explicando el portentoso gol deDani Alves. O sea, fútbol sin fútbol. Qué bárbaros. Hombre, este esforzado simulacro delEfectivament, más que un ejercicio imaginativo, resultó ser una farsesca miseria sobre la marcha. Eso es como pretender socorrer a un pobre sediento enseñándole una foto de las cataratas del Niágara. Demuestra todo esto que la fabulosa operación de ir abriendo canales y más canales al entorno del tronco central de TV-3 es un delirio de megalomanía tan inútil como inaguantable.

TVE: RUMBO AL DISPARATE -.El recorte de los 200 millones de euros a TVE, en época de crisis, parece una medida sensata. No lo es. Todo indica que repercutirán en la programación, y no en la estructura, que es donde está el colosal delirio de grandeza, hoy económicamente insoportable. La vicepresidentaSorayase ha reunido con los consejeros de RTVE para explicarles que el recorte es imparable. Hombre, de entrada, para ir haciendo boca, lo que debería haber preguntado la vicepresidenta a los consejeros es sobre su propia función, sobre la necesidad o la inutilidad de su existencia. Pero eso un político no lo pregunta, porque el consejo es la forma que tienen los partidos de mantener ahí un cargo apalancado. Se habla de que TVE no podrá permitirse delirios del tipoÁguila Roja. Podríamos estar de acuerdo: el coste de un solo capítulo de estas producciones oscila entre los 600.000 y 800.000 euros. O sea, que hagan comedias pseudohistoricas las cadenas privadas. Vale. Dicho esto, lo lógico sería entrar inmediatamente a repensar qué ha de ser la programación de una cadena pública. Una programación potente -no escuálida-, basada en lo que las privadas ni quieren hacer, ni hacen. No va por ahí lo que preparan. Parecen decididos a ir rumbo al disparate.