EL ACTOR REGRESA AL APOLO

Las infidelidades de Arturo Fernández

Los actores Sonia Castelo, Arturo Fernández y Carlos Manuel Díaz, ayer.

Los actores Sonia Castelo, Arturo Fernández y Carlos Manuel Díaz, ayer.

MARTA CERVERA
BARCELONA

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A los 83 años, el veterano actor Arturo Fernández regresa a Barcelona con Los hombres no mienten. La comedia de Eric Assous fue premio Molière 2010 y aborda la infidelidad conyugal, algo que Fernández, con fama de seductor, justifica. «Los cuernos de cintura para abajo no deben contarse pero sí aquellos que son de cintura para arriba. Esos sí te hacen sufrir», afirma satisfecho de volver a partir de hoy al Apolo, junto a Sonia Castelo y Carlos Manuel Díaz.

El presumido Arturo Fernández ha ascendido a su personaje, jefe de ventas en el texto original, a propietario de una gran empresa. «Así puedo ser multimillonario durante dos horas, lucir mi esmoquin, sacar champán, caviar y usar buenas maneras», afirma el coqueto intérprete y empresario. Dirige su propia compañía desde hace 51 años, nunca ha pedido una subvención y no piensa repercutir la subida del IVA en las entradas. Esquiva hablar de la crisis. «Hablan mucho de ella pero cuando hay un puente y salen seis millones de coches a las carreteras... ¿Esto es crisis?», se pregunta el actor, que todavía recuerda las penurias de la posguerra española. Respecto de otro tema candente, el de la independencia de Catalunya, afirma: «Si la gente se manifiesta habrá que escucharles. Creo en el diálogo».

Sabe que es uno de los pocos que quedan en activo de su generación tras el fallecimiento este verano de Paco Morán, Juan Luis Galiardo, Carlos Larrañaga y Aurora Bautista. «Su desaparición ha sido terrible pero es ley de vida. Soy el único que queda, soy un superviviente», apunta Fernández, que ha hecho «una solicitud al cielo para que me dejen aquí más tiempo», añade con su buen humor. Su optimismo y sus ganas de trabajar no merman con la edad. «Ver subir el telón de teatro me da vida», señala esta incombustible leyenda del teatro, a quien las fans aún esperan a la salida pese a que, como él reconoce entre bromas, ya no es «un bombón comestible».