tú y yo somos tres
El fin del mundo, pero menos
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
En vista de que el próximo viernes, 21 de diciembre, es la fecha que los antiguos mayas señalaron como el fin del mundo, hemos recurrido en casa al mejor oráculo televisivo que disponemos hoy en día, o sea, al Cuarto milenio de Iker Jiménez y Carmen Porter (Cuatro) en busca de alguna pista sobre ese apocalipsis que se avecina. Hombre, después del programa del domingo, mi inquietud persiste. Utilizaron la conocida técnica de la ducha escocesa. Primero, Carmen Porter nos lanzó una ristra de datos y noticias que nos dejaron con el alma en un puño. A saber: «¡Se augura un colapso mundial! (..) ¡En Cuba se están haciendo rituales! (..) ¡En Estados Unidos prolifera la construcción de refugios! (..) ¡Se ha producido pánico en una cárcel de Rusia! (..) ¡En Inglaterra, una joven de 16 años, Isabel Taylor, se ha suicidado por miedo al día 21!», y remató con esta advertencia: «Te voy a dar un dato más, Iker, justo para esa fecha te puedo asegurar que hay mucha gente que se ha tomado vacaciones en el trabajo, aduciendo asuntos propios». ¡Ahh! Si Carmen pretendía acollonarnos, lo consiguió. Iker en cambio nos transmitió un discurso distinto. Relativizando estas informaciones tan tremendistas, nos decía: «Estamos ante una crisis psíquica, pero nosotros no creemos en el fin del mundo. Suena un poco infantil pensar que vaya a ocurrir» y concluyó: «Y por cierto, y se lo aseguro, ¡feliz 2013!». Hombre, yo le agradezco a Iker este punto de sosiego final, dando por seguro que el día 21 no va a pasar nada en absoluto, y que llegará tranquilamente el año nuevo. Pero el susto que hemos pasado al principio ha sido de abrigo.
MIL 'INTERMEDIOS' .- Acaba de cumplir El intermedio (La Sexta) su programa número mil. Una de las escenas más emotivas que construyeron fue cuando se recostó Wyoming, tiernamente, sobre la tumba de ZP; y con mucho cariño susurró: «Miradlo, parece que está dormidito, igualito que cuando gobernaba». ¡Ahh! Pero el golpe de energía, y de denuncia, fue Iñaki Gabilondo quien lo puso en su conversación con Thais Villas. Dijo, en tono de aviso a insignes torticeros de nuestra profesión: «Ser periodista significa jugar limpio. Marcar claramente la diferencia entre lo que sé, y lo que creo. El juego de la indecencia se produce cuando lo que a uno le gusta lo presenta como algo que es, aunque no sea». En efecto, los tramposos proliferan. Y hasta parece que triunfan.
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