ENTREVISTA

Fernando Tato: "Trabajar en 'El Faro...' ha sido un regalo"

El actor y músico gallego interpreta a Ricardo en el serial que emite TV-3, que el jueves cierra la segunda temporada

FERNANDO TATO

FERNANDO TATO / periodico

OLGA LERÍN / BARCELONA

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A sus 37 años, Fernando Tato ha debutado en una serie diaria en su Galicia natal. Con el corazón dividido entre la interpretación -"soy un cinéfilo enfermo total"- y la música -en la que encontró una "válvula de escape" en otros tiempos-, tiene puesto un pie en los hogares de Catalunya a través del personaje de Ricardo, que encabeza el reparto de 'El Faro, cruïlla de camins' (TV-3, 19.05). El serial cierra el jueves la segunda temporada con un 'sarao' nupcial.

-¿Al final, Ricardo y Lucía (Raquel Espada) serán felices y comerán perdices? 

-No se lo puedo decir, pero creo que el público se va a llevar un pequeño chasco. Ricardo está superilusionado con la boda y no se espera lo que va a pasar.

-Rosa (Rebeca Montero) pretenderá robarles protagonismo… 

-Va a intentar amargar la fiesta, pero nunca se sabe. Las cosas no salen como ella quiere al final.

-¿Cómo ha vivido usted el trabajo en una serie como 'El Faro...'? 

-Muy bien. Ha sido un regalo, la verdad. De vez en cuando te encuentras con situaciones en las que piensas: "Dios mío, esto no puede pasar en la vida real". Y tienes que buscar el punto como actor para trabajarlo de verdad, porque si no es imposible. Me lo tomo como que estoy en un culebrón, en el que puedo trabajar aspectos que es muy poco probable que pueda tratar en cualquier otra cosa. ¿En qué otro proyecto tu personaje se va a casar con la chica que estaba con su padre, que este pierda le memoria, que entre en coma y...?

-¿Por eso aceptó la oferta? 

-No. Cuando me llamaron me apetecía mucho el proyecto por Raquel Espada. Hicimos la prueba juntos y hubo una química muy grande. Además, había otra gente, como Rebeca Montero y Carlos Olalla, muy potente.

-La relación con ellos entonces habrá sido buena. 

-Maravillosa, sí, y eso se nota en pantalla. Es un viaje increíble, porque en una serie diaria estás trabajando todo el día y el proceso es muy intenso. Ahora ya son amigos míos para toda la vida.

-¿Qué ha aprendido de ellos? 

-Aspectos técnicos, cosas de texto, de buscar la cámara y la luz... Desde cómo transitar por una secuencia que tiene una cumbre emocional muy potente hasta cómo tomarme la vida: yo soy bastante histérico.

-Jesús Font, uno de los directores de 'El Faro...', dice que los intérpretes son aquí como monjes, y sus vidas, casi un sacerdocio. 

-Ríe] Cada vez menos. Al principio, es cierto que como los actores más jóvenes nunca habíamos hecho una serie diaria, estábamos supercentrados en el trabajo. Ahora que ya llevamos 300 capítulos, nos sabemos un poco más el truco y no estamos tan enclaustrados.

-¿Les dejan margen para la improvisación? 

-No tanto delante de la cámara, sino para ir modificando entre todos ciertas cosas. Al tener un ritmo de trabajo tan rápido, se acaba creando una simbiosis superimportante entre actores, directores y equipo, y vamos tejiendo lo que sale al final. No es como una película, en la que el guion no se cambia. Se nos da mucho espacio para la creación en todos los aspectos.

-¿Ha sido complicado estar a las órdenes de cinco directores? 

-Hacerlo con los cinco que han pasado por la serie, Jesús Font, Kiko Claverol, Simón Casal, Gerardo Rodríguez y Ozo Perozo, ha sido un viaje maravilloso. Todos son fantásticos y tienen cada uno su manera particular de trabajar, pero todos estaban tan compenetrados entre ellos y con nosotros que parecía que teníamos un único director. En un equipo así, la comunicación y el estar todos a una es lo primero.

-Al principio grabaron en castellano y gallego. ¿Tampoco eso fue un impedimento? 

-No. Es como en la vida: yo hablo con Jesús Font en gallego y él me contesta en catalán. Había simplemente un problema técnico: no nos podíamos pisar.

-¿Ha escuchado el doblaje al catalán que ha hecho TV-3? ¿Le ha resultado extraña esa otra voz? 

-Sí que lo he hecho, y estoy encantado. Roger Pera me ha pillado el punto totalmente, en mi opinión. Es raro oír otra voz en lugar de la tuya, sobre todo porque siempre hay un punto de desconexión, pero en este caso el resultado es de lo mejor. Entiendo el catalán por mis compañeros, mis amigos y mi expareja, que era de Sabadell, pero aún no lo hablo. Quizá algún día...

-Su carrera artística ha discurrido en Galicia y ahora ya ha puesto un pie en los hogares catalanes. ¿Le gustaría dar el salto? 

-Me encantaría. Me gustan mucho Catalunya y Barcelona. Como le decía, tengo un montón de amigos catalanes, que son de puta mare. La actriz Andrea Ros ha grabado las voces de mi primer disco en solitario, 'El animal en mí'. Y Belén Fabra, una de las mejores actrices de este momento, es una gran amiga.

-¿Y trabajar en el resto del país? 

-Estamos en ello, pero me encuentro en pleno rodaje de la cuarta temporada de 'El Faro...' y he de buscar un momento. En el huequecillo que hubo entre la segunda y la tercera puede grabar una miniserie, 'El almirante', que ya se ha visto en TVG.

-Empezó muy tarde en el mundo de la interpretación. ¿Por qué? 

-Soy músico desde que era niño. Pero llegó un momento, a los 28 años, en que no podía vivir de mi trabajo y necesitaba un cambio. Me fui a la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD), aquí en Galicia. Soy de la primera promoción y, casualmente, los mejores profesores que tuve eran catalanes. El segundo año hice un 'casting' para 'Romeo y Julieta', del Teatro do Noroeste, con el que nos pegamos un año de gira, y desde entonces no he parado.

-¿Cómo ha seguido su carrera? 

-He interpretado teatro clásico, contemporáneo, de calle... y un musical. E hice otra serie semanal aquí en Galicia, 'Libro de familia', en la que estuve dos años y medio. Hace un mes he colaborado con una cosa pequeña en 'Toro', de Kike Maíllo. Lo complicado es cuadrarlo todo.

-Se define como compositor, actor y cantante. Tras 'El Faro...,' ¿se queda con la interpretación o con la música? 

-Ambas son maravillosas e imprescindibles. Soy un cinéfilo enfermo total. Me encantan los actores clásicos y Michael Caine es mi ídolo, pero la música es muy importante. Durante mi adolescencia, que fue una etapa muy turbulenta y horrible, la válvula de escape fue la música. Tenia obsesión con ella. Cuando trabajas de actor, haces lo que el director quiere y dices las palabras de un guionista que no eres tú. Pero como compositor y músico hago lo que realmente quiero hacer. En mi disco he diseñado hasta la cubierta.

-En su Twitter se define como un desastre… 

-A nivel personal soy muy desastroso, pero en la profesión, muy trabajador. Eso sí, dentro de un caos. Me he podido encontrar dentro de ese caos. No me gusta nada, pero es mi naturaleza, y dentro de él intento ordenarme. Y soy muy obsesivo con el trabajo. Puedo pasarme 25 horas sin parar, lo que parece que está bien, pero es bastante malo.

-Nada que ver con Ricardo, que es un tipo bastante pijo. 

-Nada en absoluto. Siempre buscas un punto en común con el personaje para trabajar, y siempre los hay. Es un tipo muy sensible y yo puedo llegar a serlo; tampoco él habla demasiado, como, a veces, yo, aunque quizá de otra forma, y le encanta su trabajo, y a mi también. Pero él es un pijo redomado, y yo no tengo nada que ver. Además, huye demasiado de las confrontaciones. La serie se basa precisamente en esto: no hay manera de que se enfrente directamente a las cosas. Y ahí también diferimos bastante.

-¿La audiencia le reconoce? 

-Sí, mucho. Pero lo llevo bien. Intento que no se me vaya la pinza con este tema. Aunque, al principio, no era así. Soy un tío muy tímido y no me gustaba. Pero, por otra parte, también me encanta que el trabajo que haces llegue a la gente. Intento contestar los mensajes de todo el mundo, que recibo en Facebook y Twitter. De Catalunya, por ejemplo, me llegan un montón.

-¿Qué le cuentan sus admiradores en esas misivas? 

-Me dan consejos sobre cómo tengo que hacer mi personaje. Esto es un clásico. Me dicen que tengo que pasar de Irene [Susana Sampedro], que mi madre en la ficción, Carmen [Belén Constenla], es una pécora y que debo olvidarme de ella. Está muy bien, sobre todo cuando te escriben para comentarte que una secuencia les ha dejado tocados. Hace unos días, después de ver un fragmento que grabamos muy emotivo y complicado, recibí muchísimos mensajes. Y eso, como actor, se agradece mucho. Me tomo muy en serio mi trabajo y me gusta mucho este tipo de feedback que se establece con la gente.

-¿También las críticas? 

-También me dicen lo que no les gusta, y creo que es estupendo. Generalmente, siempre es positivo. Hay personas que cambiarían cosas del guion, algo que los actores no podemos hacer. Tú estas aguantando el chaparrón ante Carmen y ellos te sugieren que le arranques la cabeza, y eso, evidentemente, no lo puedes hacer. La trama principal tiene que ir por donde tiene que ir. Es como aquello que dijo John Ford cuando rodó 'La diligencia' y le preguntaron por qué los indios no disparaban a los caballos. Él contestó: "Porque si no, no habría película".

-¿Habrá vida más allá de la cuarta temporada de 'El Faro...', que están grabando ahora? 

-Pues sí, nos acaban de confirmar que habrá una quinta y que empezaremos el rodaje a finales de julio. ¿Puedo decirle algo?

-Por supuesto. 

-De parte de todo el equipo de 'El Faro...', quiero enviar un saludo muy grande a todos los fans catalanes. Acabo de hablar hace un rato con Adrián Castiñeiras, que se fue a pasar la Semana Santa a París. Estaba en el Louvre y se le acercó una chica para preguntarle si era Víctor, de 'El Faro...' Y era una fan catalana. ¡Así que imagínese!

-Les debe de llenar de orgullo... ¿Qué ha supuesto participar en una producción que les envía inputs como este? 

-Ha sido una oportunidad fantástica de aprender y trabajar con un equipo técnico y artístico de primera. Enfrentarte al ritmo de trabajo que supone tener un personaje principal en una serie diaria te pone a prueba en todos los sentidos: físico, mental, emocional... Todo es un poco frenético, pero muy divertido.

-Y Ricardo, ¿cómo proseguirá? 

-Sufrirá una depresión muy grande y se llevará una buena decepción. Tiene un lastre y un poso de resentimiento que debe superar.