tú y yo somos tres
Falso orador, gran embaucador
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Con una monumental escenografía, similar a la de un circo romano, en donde el pueblo, la gente, el público (aseguran que 600 personas) están todo el rato de pie para poder gritar y vitorear más a gusto, la productora Tinta China TV -segunda marca de La fábrica de la tele, los deLa noriay elDeluxe- acaba de estrenar en Cuatro un concurso tituladoEl comecocos. Dicen que se trata de potenciar la oratoria. Potencian la charlatanería, que es un arte distinto. Ponen a criaturas delante de un atril y les marcan la idea, el tema, que deben defender y también el que deben atacar o rebatir. O sea, les inculcan el arte de persuadir con vehemencia posturas ideológicas en las que no creen en absoluto. Incluso en un momento dado les intercambian los papeles sobre la marcha, y les ponen a defender lo que hace un momento atacaban, como les ocurrió el otro día a dos concursantes con el temaLos okupas de pisos vacíos. La pirotecnia de la oratoriafoolya la denostaba y despreciaba el gran orador romanoMarco Tulio Cicerónen susFilípicas: lo llamabala impostura. En televisión está a la orden del día. También hay casos en el mundo de la política, del espectáculo y del periodismo. En aquel programa de tanto éxito que se llamabaMoros y cristianos(T-5) contrataban a personajes relevantes para que debatiesen con ardor alguna cosita, y antes de salir a escena, en los camerinos, se repartían las posturas: tú irás a favor, tú en contra, etcétera. Y como era gente muy experta en retórica y dialéctica, se conseguían debates absolutamente falsos pero muy impactantes y entretenidos. Lo más interesante de este comecocos-totalmente inofensivo, eso sí- es haber contratado aMerceditas Milá y aAlbert Rivera. Es un acierto absoluto.Merceditascomoshow woman, yRiveracomo político, representan la quintaesencia de la charlatanería.
EDUARDO GALEANO. -Cabe ahora recordar la entrevista que le acaban de hacer aEduardo GaleanoenBuscamundos(La 2). Fue en Buenos Aires, en la libreríaEl Ateneo, extraordinario lugar que antes fue Teatro Gran Splendid. ContóEduardoque al huir del golpe militar, y recalar en Barcelona -en Calella si mal no recuerdo- recibió carta de alguien que no pudo salir de Argentina. Le decía: «Quiero que sepas lo mucho que me cuesta aprender a mentir. Y quiero que sepas lo mucho que me cuesta enseñar a mentir a mis hijos». O sea, toda dictadura se perpetúa con la oratoria embaucadora de la impostura.
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