tú y yo somos tres

El extirpado concepto de servicio

FERRAN MONEGAL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El lunes por la noche, el día que conmocionó al mundo -y a muchos emocionó y satisfizo- la noticia de la muerte de Bin Laden, en Tele 5 siguieron impertérritos con su papilla friqui El reencuentro, gala final. ¡Ah! Su plató quedó gloriosamente inundado de un curiosísimo engrudo formado por la silicona sobrante de Yola Berrocal y las sentimentales lágrimas del peluquero Juan Miguel, los dos ganadores de tan egregio certamen. En la otra orilla, en cambio, los servicios informativos de su cadena rival por excelencia, es decir, A-3 TV, tuvieron empuje suficiente como para cambiar la parrilla de programación que tenían prevista de antemano, y construyeron rápidamente un especial sobre la muerte de tan siniestro terrorista. Un trabajo pulcro, luminoso, útil, que presentó Roberto Arce, que dirigió Óscar Vázquez y que contó con la presencia de afilados comentaristas, como el periodista Ernesto Ekaizer, la analista estadounidense Alana Moceri, el profesor Luis de la Corte y el político del Partido Popular Gustavo de Arístegui, que demostró que su etapa de diplomático en Libia y en Jordania no fue una pérdida de tiempo: sus opiniones y pinceladas analíticas sobre el islamismo y sus entornos nos parecieron fruto de un notable conocimiento y sabiduría. Comparo esta noche del lunes de las dos grandes cadenas privadas de España, porque el contraste es muy significativo.

Naturalmente que en TVE también Vicente Vallés dedicó La noche en 24 horas a esta gran noticia del día; o en TV-3, que estuvieron conectando durante toda la jornada (Matins, Divendres, Àgora) con Antoni Bassas en Washington; o en BTV, donde esa noche Jordi Llompart dedicó su Debat a la muerte de Bin Laden. Naturalmente. Pero estas son cadenas públicas, es decir, cadenas que no han extirpado de su ideario el lema, la voluntad, la definición, de servicio público. Esta palabra sí que fue borrada recientemente -en una de las últimas reuniones de la Uteca- del ideario de las cadenas privadas, y de ahí el resaltable mérito de A-3 TV, que en un momento dado de la noche del lunes traspasó su programación a los servicios informativos para que hicieran eso que ya no figura en su decálogo existencial: el servicio público. Resultado: un 6,9% de share, o sea, una risible pifia para los que entienden la televisión, exclusivamente, como una plataforma de venta masiva de chorizos.

Bien, pues hoy, desde aquí, permítanme que felicite a A-3 TV.