tú y yo somos tres

La esclerótica de Urdangarin

FERRAN MONEGAL

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Para intentar restarle audiencia a su competidor, El gran debate de Tele 5, en La Sexta noche buscan ser originales incrustando en el debate político algún ingrediente, y algún debatiente, típico del entretenimiento cotilla. Pretenden compaginar la espuma banal con el análisis profundo. Difícil equilibrio. Este último sábado, por ejemplo, después de la declaración de Urdangarin en los juzgados de Palma, convocaron a una experta en lenguaje no verbal para que analizase la gestualidad del marido de la infanta. Nos decían, imprimiendo un énfasis ansioso e inquietante: «¿Qué hay detrás del semblante del duque? ¡La experta estudiará todos sus gestos, movimientos y miradas! ¡Y también la actitud de Carlos García Revenga! ¿Qué esconde su sonrisa?». Y en efecto apareció la experta, y comparando la foto de Urdangarin en su comparecencia anterior, en el 2012, y la foto de la de ahora, señalaba con un puntero los ojos de ambas instantáneas y advertía: «En el 2012, el blanco del ojo se le veía más, y tenía la boca abierta. Estaba como sorprendido. Ahora su cara es más de concentración». Hombre, con todos los respetos a esta profesional de los gestos y actitudes, cabe advertir que el análisis del lenguaje no verbal es uno de los recursos más socorridos, usados y abusados por los programas del corazón, del cotilleo, de la víscera, y también por los programas de sucesos sangrientos y tremebundos. Lo del blanco del ojo de Urdangarin, o sea, la membrana esclerótica del globo ocular del duque, no negaré que es ingenioso, pero como dato a tener en cuenta parece de una irrelevancia absoluta.

Estas estrategias incrustadas en un debate que pretende ser profundo, chirrían. Quizá la explicación a estas tácticas sea una consecuencia natural al hecho de que la directora de La Sexta noche antes dirigía Salsa rosa y Dolce vita.

PERE NAVARRO.- Como ciudadano televidente me está sucediendo una cosa fantástica con este político: he pasado de la estupefacción al cariño. Tras su petición de que el Rey abdique, los palos e insultos no paran de sobrevenirle. Desde el PSOE hasta el PP, desde Polònia hasta tertulianas ideológicamente tan alejadas, como Isabel San Sebastián o María Antonia Iglesias (en El gran debate le llamó «descerebrado»), a Pere Navarro le está cayendo una descomunal paliza. Estas agresiones me mueven a la ternura. Su única tragedia es que, siendo republicano convencido, aconseje que reine Felipe.