tú y yo somos tres

Dimisión: la farsa de la farsa

FERRAN MONEGAL

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Se han atrevido en Polonia (TV-3) a escenificar la dimisión de Oriol Pujol. O sea, la posible consecuencia de su imputación en la martingala de las ITV. ¡Ahh! Había que ver cómo han dibujado a Duran Lleida. ¡Estaba contentísimo! Ya le tenía preparada a Oriol una caja de cartón con todos sus objetos personales de su mesa de secretario general de Convergència, y le empujaba hacia la puerta de salida con una inmensa alegría. Pero cuando Oriol, con una tristeza muy teatral, exclamó: «Me voy porque... ¡no quiero ser un estorbo en el camino hacia la independencia!», entonces Duran pegó un respingo, volvió a desempaquetar los objetos personales de Oriol, los volvió a colocar sobre su mesa, y ya no quería que se marchase. De ninguna manera. O sea, si Oriol es un estorbo para la independencia, ¡pues que se quede, que se quede! ¡Ahh! En Polònia nunca le ahorran a Duran su mordisco. Lo más interesante de este sketch ha sido, no obstante, la última escena. Cuando los tres protagonistas (Duran, Mas y Pujol) regresan después de haberse marchado, y se ponen a saludar al público como hacen los actores cuando ha terminado la obra de teatro que interpretan. Este golpe es tremendo. La carga satírica es enorme. El mensaje de los polacos en esta última escena es de una corrosión superlativa. Nos retratan lo que ocurre: la comedia existe incluso cuando se produce la rareza de que un político dimita. Es la farsa de la farsa. Es terrible.

MOTA .- El cambio de cadena no ha cambiado a José Mota. Su modo de entender el humor sigue basándose en un equilibrio entre la parodia y la sátira, que son géneros distintos. En su debut en Tele 5 hemos visto, por ejemplo, un sketch sobre el Rey: sale Mota imitando al monarca, que a su vez imita a Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia. Parece una parodia blanda a primera vista. Hay que especular mucho para llegar a la conclusión de que hay un mordiente implícito. Hombre, quizá sí: con la que está cayendo y resulta que el Rey solo se dedica a cantar bajo el chaparrón. A mí me ha gustado más el sketch del pobre solicitante de un crédito que llega al Banco Hipocritario y allí le están esperando los directivos sentados como el público de El club de la comedia. Al solicitante le colocan un micrófono y tiene que pedir el crédito como si hiciera un monólogo de risa. Y en efecto, los banqueros se carcajean sin piedad. Es contundente, como denuncia.