tú y yo somos tres

Cicatrices a la vista

FERRAN MONEGAL

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Ha salido Terelu Campos en el Deluxe (T-5). Ha contado la operación que acaban de practicarle: la extirpación de un carcinoma en el pecho. Han sido dos horas largas de relato muy emotivo. La detección del tumor, la relación con el equipo médico, la intervención en quirófano, el plan de quimioterapia que va a tener que seguir a partir de ahora... También el momento en que decidió informar a la familia, una trance duro y dificil para todos. El programa le pasó una grabación protagonizada por su madre, María Teresa Campos, en la que resaltaba la enorme cantidad de mensajes de apoyo, de solidaridad, de afecto, y le decía: «El cariño que tú has sembrado ahora lo recibes de muchísima gente». Y finalmente, mientras todo el equipo del plató coreaba «¡Sorpresa, sorpresa!», apareció la actual pareja de Terelu, y le hizo entrega de un ramo de flores. Hubo gran sentimiento, y no pocas lágrimas de afecto, durante toda esta comparecencia.

Dos horas después, y en calidad de telonera, o sea, para cerrar el programa, sacaron a Amor, aquella exratoncita que tanto juego dio en la ratomaquia Gran Hermano 9. Nos la presentaron así: «Esta noche, ¡toda la verdad sobre la puñalada de Amor!», y cuando se sentó nos relató la tremenda agresión que acaba de sufrir. A saber: hace pocos días, a la salida de una discoteca, otra joven se le abalanzó de pronto y le asestó una feroz puñalada en el abdomen. Para que pudiésemos saborear el navajazo, Jorge Javier Vázquez, en un momento dado, le pidió: «¿Podemos ver la cicatriz, Amor?». Y Amor asintió, se levantó el vestido, y el realizador nos ofreció un cumplido primer plano de su carne taladrada, un tajo largo, del abdomen a la ingle, con 22 puntos de sutura espantosos.

¡Ah! Meditable sesión la del Deluxe. Dos señoras, Terelu y Amor, han salido en la tele, en un mismo programa, para  mostrar sus cicatrices. Podría parecer que ambas han realizado un ejercicio televisivo idéntico. Cabe advertir diferencias. El ejercicio de Amor ha consistido en enseñar la cicatriz sobre su carne. La exposición del tajo. El golpe visual. La descarnada huella de una reyerta. La cicatriz de Terelu es interior. La hemos intuido a través del sentimiento y la emoción. No ha sido la exposición de una huella: ha sido  la catarsis sobre una dolencia. Al margen del uso televisivo, el relato de Terelu puede ayudar a extirpar el secretismo, la ignorancia, y el miedo, que rodean a la palabra carcinoma.