tú y yo somos tres

Balada infantil: '¡La guillotina!'

FERRAN MONEGAL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Guillotinando en directo al cantanteDani Martínha logradoPablo Motos(El hormiguero, A-3) lo que pretendía: una audiencia superlativa (cuatro puntos por encima de susharehabitual), una enorme excitación en la red y sertrending topicdel día, que es como el premio gordo, el cuponazo de la galaxia tuit. La simulación ha sido tan simple como exitosa y efectista. Le dijeron aDani Martínque se arrodillase y pusiera la cabeza en la base de la guillotina. El ilusionistaYunkeaccionó el mecanismo. Bajó como una flecha la tremenda y afilada cuchilla. Y ¡patapam!, quedó el cuello seccionado, rebanado, rodando la cabeza deDanipor el linóleum del plató. ¡Ah!Motosy sus colaboradores, absolutamente estupefactos, comenzaron a agitarse con gran nerviosismo y se escuchó la voz deMotosque, gritando, ordenó:«¡Hostia! ¡Fuera, fuera, fuera!», y pasaron a publicidad dejando a la audiencia pasmada y en vilo. Tras los anuncios, aparecióMotosdemacrado, serio, con un rictus de gravedad muy conseguido, y dijo escuetamente:«Ha habido un fallo. Mañana daremos las explicaciones». Y fin. El programa terminó ahí. Y a partir de entonces, el delirio. Hasta la famosa y pintorescawikipediadejó constancia de queDani Martínhabía fallecido. Y fue el supuesto difunto quien se vio obligado a desmentir su muerte gritando en internet:«¡Estoy vivo!». Hombre, llegados a este punto cabe advertir de que los ejercicios de simulación no son nuevos en la aldea televisiva.

En el mundo de la prensa, y de la radio también, era tradición realizar simulaciones el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Eran eso, inocentadas, generalmente divertidas. Estos ejercicios han caído prácticamente en desuso. Pero la simulación cruenta es un arte distinto. El último gran impostor que recuerdo fuePepe Navarro. Una noche de febrero de 1997, en su negro programaCruzamos el Mississippi(T-5), contrató a la actrizRuth Gabrielpara que simulase un aparatoso accidente en el plató, con sangre y gemidos incluidos. Aquí se lo conté. Y lo critiqué: fue un ejercicio tramposo que jugaba con la buena fe de los espectadores, que se lo creyeron y sufrían. Pero han pasado los años. La tele ha conseguido finalmente que su índice de credibilidad roce los mínimos. Las trampas son continuas. De modo que elshowdeMotos hoy no pasa de circense gamberrada infantil: los niños juegan a la guillotina como antes jugaban a médicos de risa.