la entrevista del teletodo

Assumpta Serna: "Hay una asignatura pendiente con los actores que trabajamos fuera"

La actriz interpreta a una productora en su primera serie para TV-3, 'El crac'

MARISA DE DIOS / BARCELONA

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A pesar de llevar en la interpretación hace casi 40 años y de su dilatada trayectoria internacional tanto en Europa como en EEUU, la catalana Assumpta Serna todavía no había participado en una serie de TV-3. Ahora ha saldado esa cuenta pendiente incorporándose a 'El crac', donde se ha metido en la piel de la frenética productora de la película en la que trabaja Joel Joan. Afincada desde hace años en Madrid tras su paso por EEUU, la actriz compagina la pantalla con una nueva faceta, la de presidenta de una fundación dedicada a incentivar la educación de profesionales del cine y la tele, un proyecto del que habla con un brillo especial en los ojos.

--Kitti Fullola, su personaje en 'El crac', es una mujer de armas tomar, aunque llevada bastante al extremo. 

--Es una caricatura de una productora, una mujer que no tiene muy claro qué es la esencia de la vida. Su único objetivo es forzar la máquina para que se haga la película sea como sea.

--Es una 'crack' de la producción. 

--Pero no acepta las responsabilidades, quiere que sean compartidas para que las culpas sean de otros. Tiene esas pequeñas mezquindades que encontramos en la vida y que cualquiera puede reconocer fácilmente. Ahí está la gracia. Además, poniéndolo en tono de comedia es como llega al alma de la gente. Porque muchas veces, si dices las cosas de forma muy seria o como una lección, la gente no escucha.

--¿No le hubiera gustado hacer como Joel Joan o Roger Coma, que se ríen de su imagen pública en esta serie? 

--¡Claro! Los personajes que forman parte de ti mismo son los más interesantes de hacer y estás constantemente viendo lo que los demás piensan de ti. No he tenido muchas oportunidades de hacerlo, quizá porque la gente no me conoce bien. El personaje me gustaba porque podía explorar cosas divertidas que había visto en algunas ocasiones y era interesante reírse de ello.

--¿Lo había visto en productoras? 

--No tanto en productoras, sino en gente de poder, que piensa que por el hecho de tener una posición tienen el derecho a que los demás se callen. Por eso Kitti tiene esa verborrea, como ese tipo de gente que cuando no sabe algo empieza a hablar mucho. Es una actitud que siempre me ha interesado.

--Sorprende comprobar que es la primera vez que trabaja en una serie de TV-3. 

--¡Parece mentira! Y no sé por qué ha sido... Supongo que fue porque salí de Catalunya muy joven, en el año 1979, y casi toda mi carrera la he hecho más en Madrid. Siempre me he sentido muy orgullosa de ser catalana y, allí donde he ido, quería que la gente supiera dónde estaba Barcelona y que Catalunya era distinta. Cuando estaba viviendo en Los Ángeles y vi una publicidad en la prensa de las Olimpiadas de 1992... ¡se la enseñaba a todos los productores!

--Le habrá hecho una ilusión especial trabajar ahora en casa. 

--Sí, era volver a mi país con un proyecto que me gustaba y en una comedia, un género en el que pocas veces se me ha visto aquí, aparte de en la serie Aquí no hay quien viva, aunque en Francia e Italia sí que he hecho papeles cómicos. Además, es obra de un actor completo como Joel Joan, un hombre que entiende profundamente el medio y el contexto. También me gusta que mis padres y mis amigos la vean, porque no siempre ven las cosas que hago porque trabajo mucho fuera.

--La pudieron ver en la ambiciosa serie de producción europea 'Borgia', que emitió TV-3. 

--Pero solo dieron la primera temporada y faltan dos años de trabajo que nadie ha visto aquí, aunque se emitió en el canal de pago Cosmopolitan. ¡Es una pena!

--¿Cree entonces que la tele catalana ha saldado ahora una cuenta que tenía con usted? 

--Lo que noto es que es una pena que no se respalde más a los actores de este país cuando trabajan en el extranjero. Normalmente, cuando he hecho una película francesa o americana, ha habido el apoyo de varias industrias que veo que aquí no hay. En el caso de Catalunya, creo que hay una asignatura pendiente con los actores y directores que hemos salido fuera. Como Juanjo Puigcorbé, Ricard Borràs, Cesc Albiol...

--Usted fue pionera para los actores españoles, ya que se marchó a trabajar a EEUU en 1988. ¿Se le había quedado pequeña la industria española? 

--Tenía la necesidad de ver otra industria y a personas que supieran mucho de esto, porque me había dado cuenta de que en Europa cada país estaba encerrado en lo suyo. Llegué a EEUU promocionando la película 'Matador', de Pedro Almodóvar, y conocí a mucha gente, productores y directores... Y fui a parar al Sundance Institute, una escuela maravillosa de Robert Redford. Esos 10 años fueron una época interesante, viajando mucho, y me reafirmaron en la idea de que a los 20 o los 30 años puedes hacerlo todo.

--Y participó en una de las series míticas de los años 80, 'Falcon Crest'. ¿Qué recuerda del rodaje? 

--Primero, que me dormí en el 'casting'.

--¿En serio? 

--(Ríe). Es que estaba destrozada, con gripe... Y la ayudante de 'casting' me tuvo que despertar.

--¿Qué aprendió gracias a la serie? 

--Varias lecciones de vida interesantes. Como que nadie estaba por amiguismos, sino porque eran los mejores. Y eso te da seguridad. Además, allí me di cuenta de que, por mis propias elecciones, iba siguiendo un camino muy personal que no tenía mucho que ver con llegar al éxito.

--Explíquese. 

--Me llamó el productor de la serie para decirme que estaban contentos con mi trabajo y me preguntó qué era lo que yo quería hacer: cine o televisión. Le dije que cine, ¡primer error! y vi que en ese momento estaba un poco forjando mi futuro. En esa situación, yo he visto a mucha gente callarse o mentir, mientras que yo he preferido decir lo que pensaba. Siempre me he movido por sensaciones y emociones, y eso me ha dado tranquilidad, pero he hecho elecciones que a algunos le pueden parecer equivocadas.

--Incluso llegaron a plantearle promocionar su carrera pasándole una lista de actores con los que podría tener un idilio, y en la que figuraban nombres como Tom Cruise o Warren Beaty. 

--Sí... Hay una parte de Hollywood que necesita un escándalo constate. Siempre existen esas oportunidades para llegar más deprisa a los sitios. Es interesante, pero no fue mi camino. Eso no significa que sea una opción mejor o peor para una carrera, depende de lo que quieras conseguir. Esas pequeñas elecciones forjan tu personalidad.

--¿Eso no la hizo decepcionarse un poco de Hollywood? 

--Me decepcionó un poco cuando fui a un casting y vi a Glenn Close esperando para el mismo personaje. Pensé: "¿Cómo tiene ella que estar aquí?" A las cinco o seis películas de protagonista, ¿para qué tiene que hacer un casting? Solo necesitan ver lo que has hecho. Hay una inmensa capa de cosas de usar y tirar que me molestan de mi profesión.

--¿Por eso volvió a España? 

--Nunca las decisiones son tan intelectuales, al menos para mí. Después de los 40 yo creo que las personas tenemos la necesidad de mirarnos al espejo y pensar cómo queremos pasar los otros 40 años que nos quedan. Muchas veces el ruido de las cosas, las prisas, nos llevan a sitios donde no querríamos ir, así que está bien que nos reinventemos.

--Y usted lo hizo. 

--Fue en ese viaje interior cuando vi que tenía que volver a mi país porque estaba viviendo con secretarios, con casas en París, Madrid y Los Ángeles, pero realmente pasaba el tiempo en hoteles. De ahí nació mi libro Trabajo del actor de cine y regresé a España en 1998. Toda esa reflexión personal también estuvo provocada por el hecho de no poder tener hijos.

--Mucha gente todavía cree que vive en EEUU porque trabaja muy poco en España. 

--¡Es curioso! La verdad es que hago muchas más cosas fuera que aquí. Borgia fue una coproducción alemana y francesa que hemos rodado en Praga, a donde he estado yendo y viniendo durante tres años. He hecho muchas cosas en Londres, la serie 'Enrique VIII', que no se ha visto aquí, 'Sharpe'...

--¿No le da rabia tener que trabajar en el extranjero y no hacerlo en España? 

--Lo que me da rabia no es tanto por mí, sino que la gente de mi generación todavía no hayamos sido capaces de crear una estructura que permita a las nuevas generaciones estar más amparados, que la creatividad esté más nutrida. No solo por papá Estado, sino también por los procesos de creación, producción, distribución... En otras culturas, como la francesa o la americana, es mucho más fácil.

--Pero... ¿por qué lleva tantos años sin hacer cine en España? 

--Tampoco me lo propongo tanto. (Ríe). La verdad es que estoy un poco esperando a recibir. Durante los primeros años de tu carrera estás continuamente dando y llega un momento que quieres vivir más hacia adentro y no tanto hacia afuera. Ahí es donde empecé a escribir un libro, formé la fundación... Eso no quiere decir que ahora no me guste ser actriz. Me gusta mucho y, de hecho, sufro cuando no estoy interpretando y cuando mi país no me da oportunidades. Lo que veo es que ahora le he añadido otra faceta a mi profesión. Así que no he restado, sino que he sumado.

--¿No cree que es una deuda pendiente que la industria española tiene con usted? 

--No quiero decir que tengo derecho a nada porque no es verdad. Tú tomas unas decisiones que te llevan a unas situaciones. Veo que yo tengo un poquito de culpa en ese sentido porque no soy una persona que está buscando ansiosamente un personaje en Tele 5. Tampoco he optado por hacer mi propio proyecto, como Joel Joan, sino que lo he buscado más en la fundación y en la escuela First Team, en crear estructuras en vez de cosas para mí.

--¿Cómo nació esa escuela que dirige junto a su marido, el actor Scott Cleverdon? 

--A raíz del libro 'Trabajo del actor de cine' salió una especie de guía y la gente empezó a llamarme para hacer pequeños talleres, de los que salieron otros mensuales, trimestrales y luego anuales. Ahora la joya de la corona de la escuela es un Master de Interpretación Cinematográfica, donde al actor se le enseña globalmente cine, guion, producción, promoción... Nuestro objetivo es incorporar al actor en el proceso creativo de cualquier película ya desde la preproducción.

--Y llegó la fundación... 

--Nació en el año 2004 porque queríamos mejorar cosas en nuestro sector. Entre otras acciones, hemos hecho un código de buenas prácticas del actor del audiovisual, que hemos redactado con la ayuda de más de 50 personas y entidades, para que haya más diálogo entre actores y otros colectivos. La fundación es una misión que no acaba nunca...

--También se ha puesto detrás de la cámara para dirigir cortos. ¿No se atreverá con un largo? 

--No he tenido la necesidad. Lo estoy haciendo a otro nivel en la escuela, guiando y asesorando a los alumnos. Lo que me gustaría es que mi marido dirigiera y yo produjera, pero la fundación nos distrae mucho.