crónica

Altaveu, producto local contra la crisis

La 'rumbia' de La Troba Kung-Fú y el imaginativo espectáculo 'El retaule' cerraron la cita de Sant Boi

Un momento de la actuación del sábado de la Troba Kung-Fú.

Un momento de la actuación del sábado de la Troba Kung-Fú.

JORDI BIANCIOTTO
SANT BOI DE LLOBREGAT

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La rumba librepensante de La Troba Kung-Fú y el espectáculo colectivo El retaule, de ejecución un tanto temeraria, culminó el sábado por la noche la 22ª edición de Altaveu subrayando el diseño de su programación: artistas consagrados y agitadores en la plaza del ayuntamiento, y propuestas más interioristas en Cal Ninyo, con Can Massallera en el papel de válvula de escape noctámbula para artistas emergentes. En tiempos de recortes presupuestarios, el veterano festival de Sant Boi se las ha tenido que ingeniar para cuadrar números y parrillas de actuaciones. «Nuestro propósito ha sido afrontar la crisis con mucha imaginación», explicaba ayer a este diario Albert Puig, director artístico de Altaveu.

El buen momento de nuestra escena ayuda. La Troba Kung-Fú, con Joan Garriga (excantante y acordeonista de Dusminguet) al frente, puede permitirse ejercer de cabeza de cartel sabiendo que su combinado de rumbia (choque de rumba y cumbia) y pistas transatlánticas variadas (reggae, corrido, son cubano) captura al público aunque no esté familiarizado con las canciones. El grupo pisó fuerte con el material del nuevo disco, A la panxa del bou (María Hernández, Petit rumbero, Flor de primavera...) y repescas como su versión de La cançó del lladre y un Cumbia infierno a toda máquina. El factor Santana se hizo notar en Mírame, con un solo de guitarra muy propio del rock latino convencional, pero, sin rebajar la tensión, la banda sonó compacta y contagiosa en una recta final con Bufa el vent, Yo soy y Stop blood.

CITA PROMISCUA / En Cal Ninyo, El retaule citó a 12 creadores de nueva planta ante una mesa provista de bebidas. Un experimento de más de dos horas de duración que deparó brillantes momentos y complicidades a desarrollar. Ferran Palau (Anímic) sirvió su senderismo mágico con la voz de Maria Rodés, que mejicanizó su pieza Lo que hay que oír. Maria Coma aportó su piano a Temps i rellotge, de Sanjosex, y El Petit de Cal Eril contó con la voz de Joan Colomo en una nueva canción, Vol.

Coros, palmas y guitarras salpicaron las intervenciones de Le Petit Ramon, Pere Agramunt (La Brigada), José Domingo, Isaac Ulam y Bikimel, y Josep Pedrals ejerció de rapsoda y conductor. Mazoni cerró con un expansivo Ei, que surt el sol, y tras un momento de duda (y coqueteos peligrosos con We are the world y L'Empordà), los 12 entonaron la ranchera El rey. La autoestima es lo primero.