crónica
Àlex Torío, corazón del rock'n'roll
El cantante, guitarrista y pianista potenció su lado más abrupto y crudo en su regreso a los escenarios
En Àlex Torío conviven la ferocidad y el lirismo en proporciones variables: si en disco, la crudeza y la emotividad mantienen un equilibrio tenso, en escena todo se va decantando hacia el lado salvaje, y los extremos son, si cabe, más pronunciados. Tan pronto sube a las tablas, vemos cómo a Torío le crecen unos colmillos así de largos, la voz se le hace más gutural y se transforma en un bello ejemplar de bestia del rock'n'roll. Un ser vivo que bien podría haber trabajado de extra en la películaEl cavernícola, la de los gruñidos, pero dotado, a la vez, de sensibilidad para olfatear rosas y recitar poesía.
Así es Àlex Torío, que el viernes, en su reaparición en Sidecar (tres años sin ofrecer ningún recital; cuatro esperando su nuevo disco,Principia mathematica), salió al escenario tambaleándose y mascullando extrañas advertencias («ensayamos más que Nena Daconte») antes de volcar sobre nuestras cabezas la enciclopedia del rock completa en su edición rústica y sin encuadernar. Matemos ya el asunto Tom Waits: sí, la textura vocal de Torío hace pensar en el autor de The piano has been drinking(además, ambas gargantas han evolucionado, o degenerado, de manera asombrosamente paralela), pero eso es todo. Las inflexiones rudas, a veces desganadas, de Torío insinúan una sintoníadylaniana, como también esas canciones-río con textura de rock temperamental. El sonido del directo tiene, en cambio, un acento desbocado en la tradición de los Crazy Horse de Neil Young, con la guitarra de Agustí Busom (Abús) esbozando un liderazgo atropellado entre la estampida de caballos.
GUITARRAS DESATADAS / La voluntad de un recital enérgico llevó a Torío a congelar el repertorio de su disco más delicado, el tercero,The lame fiancée (2006), y centrarse en los materiales más resistentes a las agresiones. Abrió con canciones nuevas, It works, The silence of sagesyOld testament, y repescó títulos disfrutables de sus primeros trabajos, como Right to laughyRainy day at the theme park.
Composiciones dirigidas por las guitarras, de tacto rugoso y tendencia alcrescendoabrupto, que entablaron amistad con piezas de fondo emotivo, algunas asentadas en el piano:Ugly in the city, The farm of horrors y Life is a round trip. Torío combinó el impacto físico y la cenefa melódica, a veces soterrada pero perceptible. Todo acabó encajando: atropello con sentimiento; una tormenta perfecta con el corazón en la mano.
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