tú y yo somos tres

Agua fresca en el siglo XIII

FERRAN MONEGAL

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Encaja perfectamente el estreno de la teleserie Toledocon el estilo, el sello, el giro, que A-3 TV imprime desde hace un tiempo sobre su manera de hacer televisión: una parrilla de programas expresamente alejados de martingalas tramposas y papillas fétidas. La apuesta por la ficción histórica es cara, pero es gratificante si se hace bien. La idea consiste en una dramatización libre, sui géneris, alrededor de la figura y la época deAlfonso X, también llamadoEl Sabiopor su amor a la paz y sobre todo por su notable impulso y apoyo a la cultura, cualidades quizá un punto exageradas en esta serie, pero nadie le pide a la tele que se transforme en un riguroso seminario de historia: a lo único que aspiramos es a que nos entretengan sin puñaladas traperas. El papel deAlfonso Xlo interpretaJuan Diego, y el de su hombre fuerte, su mano derecha (Rodrigo),Eduard Farelo, sobre quien recae un gran protagonismo. ¡Ah! Son dos actores espléndidos. Agradezco que los encargados de vestuario yatrezzohayan tenido el acierto de saber recrear las vestimentas y adornos con sensatez. Ponerle una peluca aJuan Diegopodía haber resultado tan desternillante como tremendo. O sea, que en estas producciones pseudohistóricas hay que procurar que los actores, estéticamente, también convenzan, y que no parezcan criaturas disfrazadas, que sería horroroso. Por ese lado lo han resuelto con bastante solvencia. Otra cosa son las incrustaciones de escenas de sexo, bragueta, polvos silvestres y otras alegrías tórridas. Hombre, aun siendo en efecto alegrías, se han pasado un poco: en este primer capítulo ya hemos asistido a una accidentada fornicación sobre cama, una salvaje violación de una doncella, y a un desnudo integral que no venía a cuento. En elmaking offque emitieron después, la actriz que interpretaba aFátimay que debutó en bolas (Paula Rego), declaró que el desnudo estaba justificado: hacía de musulmana y se estaba rociando con agua fresca, no así las cristianas de aquella época, que no se bañaban ni a la de tres. Hombre, es cierto que en aquellos tiempos el personal cristiano no brillaba por su limpieza, y reconozco que ha sido una suerte haber elegido para hacer de musulmana a criatura tan deliciosa.

En cualquier caso, estas licencias hacia el destape y los frontis al descubierto no dejan de ser recursos inofensivos e ingenuos: creen los productores que así captarán más audiencia. Quizá tengan razón.