tú y yo somos tres
La abadesa y el pollastre
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
El debut de Lydia Bosch en Águila Roja (TVE-1) ha sido tremendo. Interpreta a una monja, la madre Isabel, abadesa de un convento de dominicas en Puerto Rico. El Rey la manda llamar porque al parecer tiene poderes sanadores, pero lo que hemos visto, lo que ha quedado claro desde el primer momento, es que lo que tiene son unos recalentones gloriosos. Nada más llegar a Madrid y conocer al apuesto pollastre Francis Lorenzo -que interpreta al comisario Hernán Mejías-, le entra a la dominica un furor tan irrefrenable que cuando apenas llevábamos 35 minutos de capítulo, ¡patapam!, ya la vimos encamada con el comisario, que es un elemento con una bragueta de una versatilidad asombrosa. La escena de cama ha sido hermosa. En particular ese momento, cuando le dice el comisario a la abadesa, después de culminar el primer encabritamiento: «La próxima vez, madre Isabel, quítese por favor el escapulario, ¡me ha costado concentrarme!».¡Ahhh! Nos partíamos de risa por el suelo.
OTRA MONJA: TERESA .- El azar televisivo nos ha proporcionado también esta semana el virtuoso viaje de Albert Om al convento del Monestir de Sant Benet. O sea, El convidat (TV-3) con la célebre monja Teresa Forcades. No ha sido un ejercicio como los que le hemos visto habitualmente. Los momentos de intimidad del periodista con la benedictina han sido escasos. Ni una sola sesión en la quietud de la celda de Teresa, sentados los dos, charlando larga y profundamente. Hombre, no pretendo que fuera como lo de Quim Monzó, que acabaron una noche espatarrados en el sofá, zampándose una botella de whisky mano a mano, hasta las tantas de la madrugada. Pero ese viaje de Om al virtuoso mundo de Teresa, aún habiendo logrado delicados repuntes de interés, ha resultado mas bien un reportaje sobre el monestir y sus monjas. Visto desde este prisma, en casa nos ha gustado enormemente la madre Regina, la creadora, entre otras cosas, de la página web del convento. ¡Ah! Qué criatura más simpática, ¡y más perspicaz! Le preguntó Om, con segundas intenciones, cómo habían digerido la popularidad y el imparable éxito de Teresa. Contestó: «Ella nos ha ayudado mucho. Ha hecho mucho bien al monasterio. Nos ha abierto horizontes intelectuales. Ha abierto mentalidades». ¡Ah! Inteligente postura la de estas monjas. Lejos de cerrarse por temor, abrazan y respetan la libertad mental de Teresa.
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