y cierreVer vídeo
Llanto por los canales muertos
Iosu de la Torre
Coordinador de Pódcast.
Periodista. Vasco de Barcelona. En EL PERIÓDICO desde 1986. Coordinador de Pódcast. Universidad de Navarra y Universitat Autònoma de Barcelona.
IOSU De la Torre
Seguro que habrá quien me grite «¡es el mercado, estúpido!», pero me resisto a dar por bueno el fin de CNN+. No es tan fácil como aparentaron los operarios que cambiaron un enchufe por otro en la medianoche del martes. Donde reinó el canal informativo 24 horas emergió el logotipo agresivo de Gran hermano. No fue una metáfora. Qué más hubieran querido los gestores de la cosa. Expiró el Plus e invadió la pantalla un psicodélico GH 24 con esa melodía que empacha hasta la náusea.
La experiencia, por masoca, por nostálgica, por afán de ejercer de notarios de la actualidad, fue nefasta. No sé qué extraño vuelo experimentó el canario de Monegal en su jaula, pero en casa acabamos llorando.
¿A dónde vamos cuando morimos? Los de CNN+, a la puta calle. No es que fuéramos grandes hinchas del canal fallecido. Si acaso nos habíamos enganchando en los últimos meses al enorme Iñaki Gabilondo. El bucle informativo nos situaba a veces en el mundo, aunque nunca nos creímos que fuera verdad el lema del Está pasando, se lo estamos contando. Los trabajadores despedidos, sí. Dijeron adiós con una pancarta que exclamaba Está pasando, estamos cerrando. Que no falte el humor en la tragedia. Mientras los forenses de la empresa se despedían con una cortina con sus mejores (y únicos) rostros y un Hasta siempre, Benjamín López, el periodista al que le tocó certificar el cierre definitivo, lo hizo rodeado de redactores, productores y auxiliares que fueron abandonando el plano poco a poco.
Malos tiempos para la información y la libertad de expresión. Llanto por el cierre de un canal, porque se estrangulan las opciones de los espectadores. ¿Qué nos quedará ahora? ¿Veo 7? ¿Intercalumnía? Telebasura informativa. Quienes cantaban las excelencias del panorama digital nos estaban engañando. Maldita TDT. Muy pocos canales en abierto ofrecen una programación que merezca la pena. Han conseguido que la televisión sea un electrodoméstico apagado, mudo. No le salva ni Bob Esponja. El televisor como aparato molesta. Menos mal que los que nos vigilan aún no saben que, como cadáver, fomenta actividades nocivas, como la lectura, la conversación y el fornicio. La medianoche del martes, como en aquella escena de la Naranja mecánica, con el electrochoque conectado a nuestras sienes, contemplamos cómo CNN+ se fundía en negro y emergía de inmediato el logo de GH 24 horas. ¡Socorro!
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